Retos de las telecomunicaciones
A lo largo de la historia de la humanidad no se había registrado una pandemia que hubiera afectado la vida de tantas personas al mismo tiempo como la del COVID-19. Aislados en sus casas, millones de personas en el mundo han sido espectadores del avance del virus y sus efectos inclementes sobre la salud y la economía de nuestras sociedades.
Vivimos una crisis en tiempo real, pero gracias a las bondades de la tecnología digital y las telecomunicaciones hemos mitigado el impacto negativo de la pandemia. Éstas nos han permitido desarrollar actividades de teletrabajo, educación en línea, entretenimiento y nos han facilitado el mantenimiento del contacto social a pesar de la distancia.
Acceder y conservar la vida virtual es una ventaja para las personas, pero representa un reto para las empresas de telecomunicaciones. Si por ejemplo nos enfocamos en los servicios de internet y hacemos un comparativo con la situación en 2009, año de la influenza H1N1, según la corporación tecnológica AKIMAI, la velocidad promedio de conectividad en Latinoamérica era a penas de 1 Mbps en red instalada y de 100Kbps en dispositivos móviles. 11 años después, la velocidad promedio es de 73 Mbps en red instalada y de 32Mbps en dispositivos móviles.
Esto pone de relieve el avance de las telecomunicaciones y su incorporación en la vida cotidiana. En diferentes países, tanto el gobierno como el sector privado, llevan años invirtiendo en infraestructura para mejorar la conectividad y las comunicaciones.
El despliegue de los operadores, el nivel de fibra óptica y de cobertura de telefonía móvil hacen posible que ante la emergencia del COVID-19, la red soporte el tráfico originado por las labores remotas, llamadas, videoconferencias y uso de Internet para utilizar software en la nube.
Sin embargo, los especialistas también hacen un llamado a la comunidad para hacer un uso racional de este tipo de servicios, para evitar un colapso que pueda tener graves consecuencias en nivel económico, laboral y personal. Por ejemplo, en un análisis realizado por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) de México, se menciona que el tráfico de Internet en Chile aumentó 30% en solo una semana y 7% en dos días en Argentina. En consecuencia, la entidad reconoce que el COVID-19 podría desatar nuevos picos del tráfico de todos los países causando embotellamientos y llama a la utilización con responsabilidad y al aumento de infraestructura tecnológica para soportar el incremento de la demanda.
El reto, no obstante, va más allá de la infraestructura física. Jesús Sánchez, Vicepresidente de Mercadeo de Open, compañía que desarrolla software especializado para compañías de servicios públicos y telecomunicaciones, afirma que «para seguir operando las empresas de telecomunicaciones deberán contar con soluciones tecnológicas que les permita adaptarse a los retos que impone el mercado y la regulación de cada país, garantizando su sostenibilidad financiera».
Así mismo, contar con software especializado como el de Open, les permite a las compañías de telecomunicaciones afianzar sus canales virtuales para descongestionar sus puntos de atención al público y garantizar el cumplimiento de una de las principales medidas para prevenir el COVID-19: El distanciamiento social. «El uso de portales de autogestión como el de Open Smartflex, permite a las empresas de Telecomunicaciones soportar procesos de omnicanalidad, y lograr gestionar el servicio a sus clientes de forma eficiente, independiente de la plataforma de comunicación que ellos elijan. Nuestra solución brinda además la ventaja de integrar en un solo sistema toda la información del ciclo de negocio de cliente por lo que la empresa cuenta con una visión holística, consistente y actualizada en tiempo real de todos los procesos del cliente, garantizando así una experiencia superior y relevante».
Queda claro que, al ser actores clave en medio de la pandemia, los proveedores de telecomunicaciones se enfrentan a una serie de retos importantes para asegurar la continuidad de su operación y garantizar su eficiencia, labor vital para la estabilidad social y económica de nuestras sociedades. Estos desafíos van más allá de asuntos relacionados con la infraestructura y abordan temas relacionados con el núcleo de la operación técnica y comercial de estas organizaciones. Contar con soluciones tecnológicas de última generación es un factor diferencial a la hora de gestionar los retos actuales y futuros, y contribuye a la contención y superación de la pandemia.