¿Qué es la neurocirugía pediátrica y que patologías puede tratar?
La neurocirugía pediátrica es una subespecialidad médica que se conoce poco en Perú, ya que son pocos los establecimientos de salud que la abordan. Se dedica al diagnóstico y la intervención quirúrgica para tratar enfermedades que afectan el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal), así como afecciones óseas en la cabeza y columna vertebral de los niños. Estas pueden alterar el crecimiento y desarrollo de las funciones cognitivas, que es esencial para los infantes.
Según el Dr. Yosimar Coasaca Tito, neurocirujano pediatra de la Clínica Stella Maris, existen ciertas patologías que pueden diagnosticarse al nacimiento o a medida que el niño crece, y a menudo, estas condiciones persisten durante toda la vida. Por lo tanto, es de suma importancia que los pacientes reciban un seguimiento continuo y cercano durante su infancia y adolescencia. El Dr. Coasaca señala: «En los últimos años, hemos observado un aumento en los procesos tumorales relacionados con factores genéticos, lo que hace que los niños sean más susceptibles a desarrollar estos trastornos. La misma situación se presenta en casos de malformaciones arteriovenosas y craneosinostosis».
En este contexto, el especialista explica las principales patologías neuroquirúrgicas pediátricas mencionadas y los tipos de intervenciones o procedimientos que se llevan a cabo:
Tumores cerebrales: Son masas o crecimientos de células anormales que pueden ser benignos o malignos y se originan en el cerebro o la médula espinal. En el caso de que un paciente presente una masa encefálica, es posible observar una remodelación ósea anormal o alteraciones en el desarrollo y crecimiento. Además, pueden manifestarse síntomas como cambios de comportamiento, movimientos involuntarios, convulsiones, náuseas, entre otros. Para su tratamiento, los médicos especialistas pueden optar por realizar biopsias para su evaluación o extirpar los tumores a mayor escala para obtener resultados óptimos.
Malformaciones arteriovenosas (MAV) a nivel cerebral: Esta patología implica conexiones anormales directas entre arterias y venas en el cerebro, omitiendo los capilares (vasos sanguíneos más pequeños en el organismo). Aunque los síntomas pueden variar, los niños pueden experimentar dolores de cabeza, convulsiones, problemas de desarrollo, retraso en el habla y déficits neurológicos. En casos graves, puede aumentar el riesgo de hemorragias cerebrales. El tratamiento para esta patología puede incluir embolización, cirugía o radioterapia.
Malformaciones arteriovenosas (MAV) en la médula espinal: Estas afectan la médula espinal o la columna vertebral. Los síntomas pueden incluir dolor de espalda, debilidad en las extremidades, entumecimiento y problemas neurológicos. En niños más pequeños, estos síntomas pueden manifestarse como dificultades en el desarrollo motor El tratamiento puede implicar embolización o cirugía para extirpar la MAV y preservar la función de la médula espinal.
Craneosinostosis: Se trata de una malformación ósea causada por el cierre prematuro de una o más suturas del cráneo, lo que puede requerir cirugía para corregir la forma del cráneo y prevenir problemas neurológicos. Esto puede resultar en un retraso en el desarrollo neurológico, ya que el cráneo no puede crecer de manera normal o adecuada. Para tratarlo, se realizan cirugías que pueden llevarse a cabo de forma endoscópica o mediante cirugía craneal abierta, con el respaldo de imágenes en 3D para planificar la intervención con éxito. Además, esto permite a los padres o apoderados, comprender el procedimiento que se llevará a cabo.
El médico recomienda prestar mucha atención al desarrollo de los niños en casa y estar atentos a cualquier comportamiento inusual. Si se observa algún signo extraño o conducta atípica, lo más aconsejable es consultar con el médico de cabecera, quien podrá brindar orientación y, si es necesario, derivar con el especialista correspondiente.
«Siempre es importante realizar un control anual, preferiblemente en el primer año de vida del niño. Sin embargo, si existen antecedentes familiares de tumores o malformaciones en la columna o médula espinal, se sugiere comenzar el control a partir de los 3 meses», enfatiza el Dr. Coasaca.