Planta andina protegerá piezas culturales de museos peruanos
Los museos peruanos desempeñan un rol relevante en la generación de espacios para la educación sobre el patrimonio y la cultura. Sin embargo, es importante recalcar que para utilizar colecciones para educación, el museo debe combatir y ralentizar procesos de biodeterioro naturales debido a factores -como la humedad, luz, contaminación, moho e insectos- que amenazan los bienes culturales.
«La materia orgánica, normalmente, es degradada por insectos y microorganismos. Sin embargo, en el caso del patrimonio cultural, es necesario identificar las especies particulares que afectan las colecciones para poder desarrollar estrategias de protección contra las plagas. La aplicación de insecticidas o fumigantes directamente sobre las piezas no es una buena práctica, ya que puede deteriorar el bien cultural y afectar la salud del personal de manejo de colecciones», explicó Juan Carlos Rodríguez, director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC).
Frente a esta situación, el Museo Pachacamac, el Ministerio de Cultura, el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio de UTEC y Tarwicorp -empresa que comercializa productos basados en tarwi- están desarrollando un proyecto que busca usar extractos de tarwi, planta andina tradicionalmente usada en la repelencia de insectos, para desarrollar sustancias seguras que puedan proteger las piezas culturales.
Entre los metabolitos secundarios presentes en el tarwi se destacan los compuestos llamados alcaloides. A pesar de que aún se debate el rol de los alcaloides en las plantas, se estima que sirven de protección frente a insectos y agentes patológicos. Estos compuestos, que se encuentran presentes en los extractos y efluentes, podrían utilizarse como repelentes sostenibles, baratos y no tóxicos. Para esto, los investigadores han preparado extractos con agentes activos que se incorporarán en soportes poliméricos con el objetivo de crear películas protectoras que permitan proteger las piezas almacenadas en museos del ataque de plagas, sin afectar la estructura física interna ni los colores de algunos objetos.
«Un extracto de tarwi con altos niveles de alcaloides puede tener un efecto de repelencia y anti-alimentación en varios insectos que atacan colecciones orgánicas. Además de no tener efectos secundarios que suelen presentarse sobre la salud humana al manipular o estar en contacto frecuente con insecticidas convencionales, se plantea su incorporación en matrices poliméricas, lo cual evitaría su aplicación directa en las piezas, previniendo posibles daños por reacciones químicas entre el repelente y el material original», señala Diana Carolina Parada, investigadora del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio.
Por eso, después de identificar y elaborar un glosario de plagas de colecciones a nivel local con miras a un glosario nacional, los investigadores han comprobado el efecto repelente de extractos obtenidos de hojas y semillas de las plantas de tarwi sobre termitas y escarabajos que atacan los mates arqueológicos y otras piezas orgánicas, mediante la evaluación del comportamiento de estos insectos en condiciones controladas. Asimismo, se espera que a fines del 2021, se cuente con los resultados finales de la investigación para pasar a la etapa de evaluación de aplicabilidad del repelente en proximidad de los bienes culturales. Así, en el futuro, podría probarse su efectividad en otros insectos alrededor del país y del mundo.
Este proyecto, financiado por Concytec y el Banco Mundial, cuenta con la participación de un equipo multidisciplinario de investigadores (Angélica Isa, Diana Carolina Parada, Eliana Quispitupac) y estudiantes (Marilyn Palomino y Piero Cuayla).
«Nuestro objetivo es encontrar estrategias para proteger el patrimonio a través de la comprensión de los mecanismos de deterioro y del seguimiento y control de las condiciones de almacenamiento. Gracias al Centro, hemos reunido un equipo de trabajo multidisciplinario, que incluye entomólogos, biólogos, conservadores e ingenieros químicos, con el objetivo común de ofrecer soluciones tecnológicas responsables para preservar el patrimonio orgánico en museos de Lima», finaliza.