
Peruanos prefieren opciones de comida saludable y con propósito
En un contexto donde las empresas buscan combinar crecimiento, rentabilidad y responsabilidad, la sostenibilidad ha dejado de ser una declaración aspiracional para convertirse en una ventaja competitiva concreta. Como señala el informe The triple play: Growth, profit, and sustainability (McKinsey & Company, 2023), las organizaciones que integran criterios sostenibles en su estrategia de negocio no solo generan valor ambiental o social, sino que también logran crecer con mayor resiliencia y eficiencia. En ese escenario, la gastronomía -con su capacidad de movilizar cadenas productivas diversas- emerge como una industria clave para acelerar ese cambio.
Más que una tendencia, la gastronomía sostenible se perfila hoy como una palanca estratégica de desarrollo económico y social, donde la cadena de valor y suministro cobra más relevancia. Su rol va mucho más allá del plato: articula al agro, la logística, el desarrollo de los agricultores, el consumo consciente, el turismo y la cultura local. Bajo un enfoque comercial, incorporar prácticas sostenibles permite no solo optimizar costos y procesos, sino también diferenciarse en un mercado más informado y exigente, en el que la coherencia se ha convertido en el nuevo atributo de marca.
"Cuando una propuesta gastronómica entiende que la sostenibilidad no es solo un valor, sino un eje de gestión, puede posicionarse con claridad y construir un vínculo emocional con el consumidor. La rentabilidad y el propósito ya no son excluyentes", explica Willard Manrique, CEO del Grupo Crosland y especialista en Dirección Comercial.
Esta afirmación se sustenta en cifras. Según el estudio Target Group Index Peru, de Kantar Ibope Media, el 64.6% de los peruanos afirma considerar el impacto ambiental al momento de comprar alimentos, mientras que un 50% ya revisa si un producto es sostenible antes de adquirirlo. Incluso, el 48.7% cree que vale la pena pagar más por productos sostenibles, especialmente si estos comunican bien su valor agregado. Estos datos reflejan un punto de quiebre: el consumidor está listo para elegir con conciencia; el reto es que las marcas acompañen esa evolución con propuestas accesibles, consistentes y auténticas.
Además, los segmentos más jóvenes -como la Generación Z y los millennials- lideran esta transformación. Así lo evidencia las cifras recogidas por esta consultora: el 60.7% de los peruanos disfruta probar productos nuevos que sean saludables y sostenibles, lo que demuestra un interés real por opciones innovadoras que conjuguen bienestar personal e impacto ambiental. En estos grupos, el propósito ya no es un plus, sino un filtro esencial.
La oportunidad para el sector gastronómico es enorme. Al funcionar como una industria de alto efecto multiplicador, tiene la capacidad de activar cadenas sostenibles desde la producción hasta el consumo final. Si se diseña con inteligencia, una experiencia gastronómica puede transformarse en motor de desarrollo local, eficiencia operativa y posicionamiento reputacional. Algunos negocios en el país ya lo están logrando.
Uno de los casos más representativos es el de Limaná, restaurante peruano que ha integrado la sostenibilidad como parte estructural de su modelo. Desde el uso de insumos locales y prácticas responsables en cocina, hasta la valorización de la trazabilidad y el bienestar de su equipo, ha demostrado que es posible combinar propósito, innovación y eficiencia sin sacrificar calidad ni competitividad.
Cuando se toma en serio el impacto ambiental y social, los negocios no solo se alinean con el consumidor del presente, sino que se preparan para liderar el mercado del futuro. El cambio no es una amenaza: es una oportunidad de reinvención.
El camino hacia una economía más sostenible necesita del compromiso de todos los sectores, pero especialmente de aquellos con capacidad de influencia transversal.
La gastronomía, como expresión de cultura y vehículo de desarrollo, tiene la posibilidad, y la responsabilidad, de liderar ese movimiento. Apostar por una oferta gastronómica sostenible no es solo un gesto ético: es una estrategia comercial con visión de futuro.