México y Brasil son los países donde el COVID-19 más ha impactado
EAE Business School ha publicado el estudio Las cadenas de suministro en la próxima pandemia. Cómo evitar disrupciones en la cadena de suministro que señala que el impacto económico en las cadenas de suministro (CDS) en México y Brasil por el COVID-19 supondrá una caída equivalente al 6.8% y 6.1% del PIB, respectivamente.
Esto se traduce en que México y Brasil, junto a España, Italia, Reino Unido, Rusia y Estados Unidos, son de los países del mundo en los que el COVID-19 más ha impactado en las cadenas de suministro. Marcelo Leporati, autor del estudio y profesor de EAE señala que se debe a distintas razones como puede ser el mayor peso del sector terciario en sus economías, pero principalmente las medidas de cuarentena muy restrictivas de la actividad económica adoptadas por los gobiernos limitando casi toda la actividad del sector terciario y secundario.
CHINA: PRODUCTOR DE LA MITAD DE LA PRODUCCION GLOBAL
El estudio también compara el impacto que ocasionó la aparición del SARS en las CDS de China en 2002 con el impacto del COVID-19. El informe señala que China, en 2002, ya era una economía importante, pero solo representaba un 6% del PIB mundial. «En 2019, China representó el 16%, por lo que cualquier desaceleración de su PIB impacta de forma mayor al resto de países del mundo que anteriores crisis como la del SARS», asegura Leporati.
En este sentido, China representa casi la mitad de la producción global y un tercio de las exportaciones de muchos sectores. El país asiático engloba el 35% de la producción mundial de electrodomésticos, del cual el 33% se exporta; produce el 46% de la producción mundial de productos electrónicos, del cual se exporta el 27% y un 54% de los textiles y la ropa, exportando un 23%. Por ello, el impacto del COVID-19 ha sido alto en la cadena de suministros de estos sectores, tanto en China como en el resto de los países.
Otro hecho a considerar es también que las 1,000 mayores multinacionales que se sitúan en China en áreas en cuarentena por el COVID-19, tienen 12,000 instalaciones desplegadas, entre centros de manufactura, almacenes, centro de distribución, etc., fundamentalmente para cuatro tipos de industrias: electrónica de consumo y semiconductores, automotriz y maquinaria, equipos médicos y productos de consumo. Y el 80% de estas instalaciones están en la zona de Hubei, que estuvo en cuarentena, con lo que ello comporta.
GESTIÓN DE LOS FLUJOS INTANGIBLES
Pero, en la actual crisis de la COVID-19, la disrupción en la CDS no ha sido producida tanto por un problema de infraestructura como por la gestión de los flujos intangibles. «Por un lado, las compañías no han gestionado los riesgos correctamente y, por otro, hay que considerar la gestión de la crisis por parte de los gobiernos de los países afectados. Igualmente, es preciso tener en cuenta el exceso de mensajes confusos y contradictorios en medios de comunicación tradicionales y redes sociales», apunta Leporati.
La reacción de los consumidores a la situación, con una excesiva compra de productos básicos, generó el desabastecimiento en múltiples categorías de producto provocando potencialmente el llamado efecto látigo en las CDS. «Éste tendrá unas consecuencias que se verán dentro de unos meses y provocará grandes pérdidas para los distintos agentes en las CDS, pero principalmente a los fabricantes».
El informe argumenta que el escenario de interrupción en la cadena de suministros ha sido producido por un cambio de comportamiento y hábitos del cliente en forma no racional, principalmente provocado por la saturación de información y efecto pánico. En este sentido, del informe se extrae que el 70% de la población mundial ha estado expuesto a noticias referentes al COVID-19 y, en países como Italia, Corea, o Japón, ese porcentaje ha sido igual o mayor a un 90%.
CÓMO PREPARAR LAS CDS PARA FUTURAS DISRUPCIONES
El estudio también revela que el 45% de las cadenas de suministros todavía no tienen un plan de contingencia para mitigar el impacto del COVID-19.. Por ello, Leporati alerta de la importancia de evitar la improvisación: «Al no existir un plan preparado de antemano, la tendencia de las organizaciones es ir generando normas a medida que la situación evoluciona. Esto es muy peligroso, ya que estas nuevas normas, al no haber tenido tiempo para ser preparadas y estudiadas, pueden tener consecuencias no previstas. Además de que en algunos casos pueden ser contradictorias unas con otras, el cambio continuo de la normativa crea confusión».
Por todo lo analizado, el estudio de EAE Business School aporta los cuatro pasos que ayudarán a las CDS para prepararse para las futuras disrupciones: Mapear la cadena de suministro, que permita identificar a los agentes más débiles y más fuertes de la cadena; diversificar fuentes de abastecimiento, producción y distribución, tanto geográfica como cultural, política, demográfica, religiosa y tecnológica; crear planes de contingencia y de continuidad de negocio; y la responsabilidad social, porque las compañías deben ser conscientes de su función social e incluir en los planes de contingencia y de continuidad de negocio la relación de la CDS con la comunidad.
Además los agentes de las CDS deben tener en cuenta las tendencias en la gestión de la cadena de suministro de las empresas a raíz del COVID-19.
Entre ellas, abastecer más las cadenas de suministro local, que ha aumentado un 6% de diciembre de 2019 a marzo de 2020; centrarse en los problemas de gobernanza, sociales y ambientales en la CDS, ha ascendido un 4%, de diciembre a marzo; la inversión en tecnologías de la gestión de la cadena de suministro ha crecido un 5% en el mismo periodo de tiempo; el cambio del producto para minimizar aranceles ha disminuido un 5%; el acercamiento de las operaciones a los consumidores finales también ha disminuido un 8%; el abastecimiento de las cadenas de suministro regionales ha aumentado un 9% y la diversificación de la cadena de suministro se incrementó un 9% de diciembre a marzo.
Por último, y para evitar el explicado efecto látigo en las CDS, el estudio subraya que los fabricantes deben tener en cuenta los cambios de hábito debido al COVID-19: compra online, pago sin efectivo, limpieza del hogar en una mayor periodicidad, trabajo desde casa.