La dinámica de los eventos deportivos en el turismo ante la pandemia

Tras un año lleno de restricciones de movilidad y cuarentenas en todo el mundo, cualquiera puede imaginar que, de manera generalizada, los volúmenes de desplazamientos han descendido en todos los destinos. La Organización Mundial del Turismo (2021) calculó que el turismo cayó 74% en el 2020 en comparación con el 2019. Estimó una pérdida de 1.3 trillones de dólares (11 veces más que en la crisis del 2009).

En cuanto los plazos para la recuperación de la industria, los expertos son muy cautelosos con las fechas y las esperanzas de una recuperación rápida se siguen posponiendo. Si a finales del 2020 se hablaba de mitad del 2021, cada vez más expertos establecen el horizonte, como pronto, en el 2022.

Al respecto, el doctor en Sociología, Diego Santos González y docente en Ostelea Tourism Management School, expresó que el turismo deportivo apunta a convertirse en la gran tendencia cuando la situación sanitaria se normalice. Con las restricciones vimos intentos de trasladar prácticamente todas las actividades comerciales, laborales y sociales a entornos online.

Algo que puede tener sentido en algunas acciones, pero no en todas las tipologías de actividades, por ende, hubo iniciativas que no tuvieron el éxito. Un ejemplo interesante es que la media Maratón de Madrid 2020 se trasladó a formato virtual. Se podía participar en esta carrera desde cualquier lugar del mundo, sin embargo, participaron poco más de 1,200 corredores, mientras que en la edición del 2019 llegaron a meta más de 15,500 personas.

Además, Santos González agregó que es complicado que el turismo deportivo pueda sacar algo positivo de la pandemia puesto que durante el último año se han cancelado bastantes campeonatos y competiciones de diferentes niveles profesionales y amateur.

Sin embargo, pese a todas las dificultades que está viviendo este sector, hay indicios más que suficientes para pensar que tras esta crisis sanitaria vendrán tiempos en los que se volverá a disfrutar de los viajes y de socializar con familia y amigos. Se espera que, en ese ansiado futuro, los eventos y el deporte jueguen en los planes cotidianos un papel más importante que antes de la irrupción del COVID-19. En la actualidad, los viajes y el deporte más que actividades de tiempo libre son ya un estilo de vida.

Ya sabemos que la situación del turismo deportivo ha sido compleja en el mundo, eso lo demuestran las decadentes cifras del año 2020, que aún sigue golpeado el deporte. Por ejemplo, la Copa América tuvo que ser cancelada en Colombia y Argentina, por temas sociales y de los contagios del COVID-19.

Las ligas amateurs de los diferentes deportes en los países de Latam se han visto afectadas drásticamente en su desarrollo al no tener la robustez de las profesionales. Sin embargo, la práctica deportiva no competitiva y la asistencia a eventos deportivos forman parte del acervo cultural y social. Lo que, sin duda, ayudará a que la recuperación del turismo deportivo suceda más pronto que tarde. Especialmente por ser un producto menos estacional que otros.

Un ejemplo de ello se dio con la creación de la marca pública European Tourism Destination, que manifiesta un claro interés del Cabildo de Lanzarote por atraer este tipo de viajeros. Es lo que se podría denominar planificación; una cuestión realmente necesaria en la administración pública los tiempos que corren y que tiene una relación directa con la sostenibilidad turística en los planos económico, social y medioambiental como se ha visto gracias al ejemplo del turismo de surf.

De igual manera, la esperanza es que se pueda volver a eventos deportivos pronto, está intacta. Hace apenas un par de días, la final de la Champions League se jugó con un foro limitado de espectadores, lo mismo ha pasado con otras disciplinas.

Lo importante desde la visión de los expertos, es contar con estrictos protocolos de seguridad, como se ha hecho en algunos conciertos, en escenarios deportivos con espacios abiertos y hasta realizar la transmisión al público de los eventos con asistencia relativamente baja, tratando de equilibrar la bioseguridad con un retorno gradual a la normalidad.

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