Ford protege el interior de tu auto de los efectos del gel desinfectante
Debido a la situación global por la pandemia del COVID-19, muchos usan desinfectante para manos cuando vuelven a su vehículo después de un trayecto.
Esto es bueno para la salud del dueño, pero podría ser perjudicial para el interior del vehículo, pues los productos químicos como el etanol, que suele encontrarse en estos productos, pueden reaccionar con las superficies del auto, desgastándolas prematuramente.
Ante esta situación, los ingenieros de Ford realizan pruebas con nuevos productos en los materiales usados en los vehículos de la compañía. Basándose en los resultados de las pruebas, la constitución química de los revestimientos protectores puede ser reformulada para asegurar que los interiores de los autos se mantengan en buen estado.
El uso de desinfectantes de manos ha aumentado considerablemente desde el brote de la COVID-19. En Perú, solo la semana previa al inicio de la cuarentena, las ventas de desinfectantes de manos se dispararon un 589%, según un estudio de la consultora Nielsen. E incluso, algunas previsiones recientes sugieren que el mercado mundial de desinfectantes para manos se multiplicará casi dos veces y media en 2020 con respecto a 2019.
Aunque el desinfectante ayuda a matar los gérmenes en las manos del usuario, y el interior de los vehículos Ford puede soportar sus potenciales efectos dañinos, no significa que el resto del vehículo esté libre de gérmenes, especialmente si se comparte con otras personas. Cuando limpies, evita utilizar productos que contengan lejía o peróxido de hidrógeno, así como productos a base de amoníaco, ya que pueden dañar los recubrimientos del auto. El desinfectante doméstico puede ser un método efectivo.
Los equipos de Ford en Dunton (Reino Unido), y Colonia (Alemania), prueban las muestras de material a temperaturas que en algunos casos pueden llegar a los 74°C. En otras pruebas simulan una exposición prolongada al sol, con muestras bombardeadas con luz ultravioleta hasta 1.152 horas (48 días).
También se prueba la resistencia de los plásticos a temperaturas bajas de hasta -30°C cuando se vuelven más frágiles, haciendo rebotar repetidamente una pesada bola de goma sobre ellos para asegurarse de que el plástico no se agriete.