Escuelas de América Latina se preparan para retomar las clases
La transformación en la educación, sin dudas se encuentra en el centro de escena desde que la OMS declaró al COVID-19 como pandemia y colateralmente algunos Estados de Latinoamérica anunciaran restricciones, distanciamiento o aislamiento social, preventivo y obligatorio. Si bien los efectos en la educación ya han comenzado, también se están elaborando soluciones a gran velocidad, acerca de cómo las escuelas internacionales están trabajando en este período de COVID-19 y las posibles acciones en el reinicio de clase presencial.
La educación se ha transformado: se ha revalorizado el papel de los docentes quienes han debido desarrollar y/o ejecutar algún tipo de plan de aprendizaje en línea, educación remota, digital o de emergencia, según los contextos de cada institución escolar, casi repentinamente de la noche a la mañana, sin siquiera pasar por un estadio medio, como nos prepara el alba para un nuevo día. Algunos colegios ya estaban familiarizados con plataformas digitales mientras que otras entidades educativas se dieron cuenta que la educación presencial no se podía traducir a un entorno virtual de manera automática. Es así como las lecciones de aprendizaje han sido para los alumnos como también para el equipo docente y directivo de las instituciones, quienes tuvieron que adaptarse a los cambios más rápidamente de lo deseado.
Los entornos multimediales pusieron de manifiesto la brecha digital en las distintas realidades de conectividad, y de una manera fundamental se pusieron en evidencia desigualdades económicas, sociales y de capital cultural en las familias. Consecuentemente, esta pandemia presenta la oportunidad de profundizar la alianza familia-escuela aun cuando los padres y madres se asomen en las pantallas y escuchen al docente dar sus explicaciones.
La comunidad, con todos los actores del ecosistema educativo, debe ser transparente y fluida para que las expectativas sean claras y se eviten madres y padres estresados por las tareas de geometría, docentes cansados de calificar y directores comparando costos y beneficios de recursos digitales. Particularmente los alumnos, siempre en el centro del proceso de aprendizaje-enseñanza, están descubriendo su propia autonomía mientras desarrollan habilidades de comunicación en una clase virtual y aprenden cómo mantenerse auto-motivados e involucrados, a pesar de las interrupciones que surgen cuando se comparten espacios con demás miembros de la familia.
Nuevos interrogantes aparecen con la re-apertura de los colegios: la importancia de planificar actividades que promuevan los vínculos socio-emocionales será esencial. Los educadores deberán presentarles a los alumnos oportunidades para compartir de manera presencial lo que han experimentado, como angustias, tensiones, anécdotas, y también un espacio de reflexión sobre los cambios vividos.
Se deberán tener nuevas prácticas de higiene en el colegio y poder brindar espacios más frecuentes para lavarse las manos. Los alumnos ¿podrán ocupar las mismas aulas o ya resultarán ineficientes al no mantener el metro y medio de distancia? ¿asistirán algunos días o todos, en qué horario, podrán compartir la merienda en el receso escolar?
Es así como muchas preguntas son las que deberemos realizarnos y deberemos contemplar un plan transicional, con etapas y logros. La incertidumbre continuará un tiempo más, pero no quedan dudas que la nueva planificación curricular podrá incluir un modelo híbrido entre las clases presenciales y aquellas mediadas por las tecnologías.
También el modelo post COVID-19 deberá basarse en la comprensión conceptual, dentro del contexto de aprendizaje social y emocional, a través del desarrollo de las habilidades de conciencia de uno mismo, conciencia social, toma de decisiones responsables, autogestión y habilidades relacionales.
También incluirá una evaluación formativa para poder apoyar a los alumnos en el aprender a aprender, que es en sí lo que nos implica como formadores de la sociedad en general.