Efectos del COVID-19 en la salud mental

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado las enfermedades mentales entre las más discapacitantes del mundo occidental, las cuales tienen efectos superiores a los de afecciones como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares juntas. Se estima que en el 2030, la depresión será la principal causa de discapacidad.

Expertos en salud mental de Latinoamérica, España y Estados Unidos, advierten sobre la importancia de dar visibilidad a los trastornos mentales, ya que se ha visto un incremento en la depresión, ansiedad, estrés e incluso suicidios como consecuencia de la pandemia.

La atención debe ser aún mayor en el caso de las poblaciones vulnerables ante estos trastornos, como son los niños, pacientes ya diagnosticados con problemas de salud mental, pacientes que padecen la enfermedad COVID-19 y los profesionales de la salud. Estos temas fueron abordados en el marco del encuentro virtual dirigido a periodistas de Latinoamérica convocado por Janssen, la farmacéutica de Johnson & Johnson, Salud mental en tiempos de pandemia.

Los pacientes depresivos son una de las poblaciones que se ha visto más afectada con la cuarentena y el aislamiento social, ya que la disminución de su actividad física ha generado un aumento de los ritmos circadianos y la disminución de la adherencia al tratamiento. Por otro lado, las estadísticas muestran que las repercusiones psiquiátricas, específicamente de depresión, durante la crisis en los pacientes ingresados con COVID-19 ha sido del 33% y el 23% en los profesionales de la salud.

Un estudio epidemiológico realizado en Argentina, Brasil, Colombia y México con 1.478 pacientes que padecen de depresión mayor presentó los hallazgos preliminares que demuestran que, incluso sin los factores biológicos y estresantes del COVID-19, el 30% de los pacientes con este tipo de depresión no responden a por lo menos 2 diferentes tipos de tratamientos antidepresivos. De ahí la importancia de abordar este tema para disminuir el número de pacientes de alto riesgo, sobre todo en el contexto actual.

Con el transcurso del tiempo, se ha observado un patrón común y es el incremento de los casos o síntomas asociados al trastorno de ansiedad y depresión debido a la falta de actividad y/o distracciones. «El 40% de la población presenta síntomas leves de ansiedad, el 12% moderados y el 4% graves. En cuanto a la depresión, el 29% presenta síntomas leves, el 9% moderados y el 5% graves. Sin embargo, es importante diferenciar entre tristeza y depresión. Si bien la tristeza es una emoción necesaria y natural del ser humano, si termina afectando el funcionamiento familiar, laboral y social, se debe consultar con un profesional, ya que puede tratarse de depresión», explica el Dr. Eduard Vieta, Jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona.

Debido a la desafiante situación a la que estamos enfrentados como consecuencia de la pandemia del COVID-19, estas cifras están destinadas a incrementar. El impacto de esta crisis va más allá de la salud física; el aislamiento social prolongado, la incertidumbre, junto con el tremendo impacto en la economía, está afectando significativamente en la salud mental de la población en general.

Con los avances actuales en investigación y desarrollo, sumados a la conciencia que se está generando en torno a esta problemática, se puede lograr un cambio que resultará en individuos y comunidades con mayor capacidad para prevenir o afrontar trastornos mentales que son parte de la vida diaria, dándoles así la oportunidad de disfrutar de una mejor calidad de vida.

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