Cuando la ansiedad se sienta a la mesa: Claves para frenar el hambre emocional

Comer para calmar la ansiedad, premiarse con un postre tras un mal día o buscar refugio en una pizza después de una discusión no es inusual.

Este fenómeno, conocido como comer emocional, es una conducta común, pero potencialmente dañina si se convierte en un hábito constante, advierte el nutricionista Gustavo Abad Fernández, docente del Programa Universitario de Nutrición y Dietética de la Universidad Le Cordon Bleu (ULCB).

"El comer emocional no responde a una necesidad fisiológica, sino a una reacción frente a emociones como la tristeza, la ansiedad o el aburrimiento. Es un mecanismo de afrontamiento aprendido muchas veces desde la infancia", explica Abad.

A diferencia del hambre real, que se presenta de forma gradual y se satisface con cualquier alimento, el hambre emocional aparece de manera repentina y suele estar ligado a antojos específicos, principalmente alimentos ultraprocesados altos en sodio y grasas, como la pizza y las frituras; y también altos en azúcar, como los helados, los chocolates y las gaseosas.

"Estos alimentos estimulan la liberación de dopamina, generando una sensación momentánea de bienestar y placer. Pero ese efecto dura poco y refuerza el hábito, creando un círculo vicioso", destaca el experto.

A largo plazo, esta conducta puede tener graves consecuencias. En el plano físico, se asocia con sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2 e hipertensión. En el plano mental, puede fomentar culpa, baja autoestima, depresión y trastornos alimentarios como el atracón.

Estrategias para romper el ciclo

Para abordar esta problemática, el especialista propone una serie de herramientas prácticas:

- Reconocimiento de la emoción: identificar y aceptar qué se siente antes de comer.
- Evaluación del hambre: usar una escala del 1 al 10 para valorar si hay una necesidad fisiológica real.
- Respirar y hacer pausas: permitir que el impulso pase antes de decidir comer.
- Buscar alternativas: escribir, caminar o hablar con alguien.

Principales afectados

El comer emocional, remarca Abad, puede aparecer en cualquier persona, pero principalmente en aquellos jóvenes o adultos que sienten presión social y estrés laboral o en mujeres durante el ciclo menstrual. También en adolescentes en proceso de maduración emocional y en personas con antecedentes de estrés crónico o que han llevado dietas restrictivas.

La psiconutrición como enfoque integrador

La ULCB impulsa diversas estrategias para abordar esta problemática. A través de su curso de Psicología de la Nutrición, los estudiantes aprenden técnicas de coaching nutricional, mindful eating y psiconutrición, todo orientado a una nutrición personalizada y consciente.

En las Ferias de Salud Integral que organiza la universidad, se realizan talleres sobre el comer emocional con orientación nutricional y ejercicios prácticos para toda la comunidad universitaria.

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