Cómo prevenir las enfermedades más comunes del verano

Aunque este verano será atípico debido a que la mayoría de las actividades que solíamos practicar en esta temporada, como ir a la playa y a la piscina, quedarán en segundo plano como medida de prevención ante los incrementos de contagios del virus COVID-19, debemos estar preparados para protegernos de las enfermedades más comunes y prevenirlas con acciones simples pero muy eficaces.

De acuerdo con el epidemiólogo del Instituto Daniel Alcides Carrión, Jorge Samamé, mantener el cuerpo rehidratado y enseñar medidas de prevención a los niños, adultos mayores y personas inmuno deficientes, como bañarse diariamente, ingerir alimentos frescos en casa, usar bloqueador y cubrirse el rostro con gorros o sombreros para protegerse de los rayos solares, serán clave para reducir el riesgo de sufrir enfermedades comunes de este verano.

Pero ¿Cuáles son las más frecuentes en esta temporada y cómo podemos prevenirlas?

1. Deshidratación: Los adultos deben tomar dos litros de agua como mínimo y los niños un litro. Una hidratación continua es fundamental, en especial, en tiempos de altas temperaturas.

2. Quemaduras por el sol (erisipela): Usar siempre bloqueador con factor de protección solar de mínimo 50. No olvidar de aplicarlo en el rostro y en las partes descubiertas, así no haya sol. Es fundamental evitar exponerse a actividades fuera de casa durante las horas en las que hace más calor. Además, es importante recordar usar sombreros con protección contra los rayos ultravioleta.

3. Infecciones gastrointestinales (diarreas y colitis): Lavarse siempre las manos antes de comer, y no ingerir alimentos en lugares no adecuados, ayudarán a prevenir malestares incómodos como diarreas y colitis. Asimismo, es imprescindible lavar y hervir bien los alimentos antes de su consumo.

4. Hongos (pie de atleta): Utilizar sandalias en las duchas de las piscinas o del mar y secarse muy bien para disminuir la humedad.

5. Otitis: En esta temporada, los baños en la piscina y en el mar pueden dejar restos de agua y producir bacterias en los oídos, provocando dolor y, a veces, supuración de los oídos, por lo que hay que ser cuidadosos e impedir que el agua ingrese directamente.

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