¿Cómo comunicar e interactuar ante la pandemia COVID-19?

La declaratoria de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desató una infodemia que puede ser muy peligrosa y perjudicial para la salud mental y emocional. En esta época de contingencia, han crecido, de manera exponencial, los informadores y desinformadores, porque hay un abuso desmesurado de las redes sociales. En medio de la angustia, la desesperación e incertidumbre, aumentan los analistas y generadores de opinión de temas como política, religión y hasta muchos se convierten en expertos sobre temas de salud, sin tener la menor idea de lo que están hablando.

Sobreinformación, desinformación, especulación, preocupación, angustia, desesperanza, incertidumbre, volatilidad, complejidad, ambigüedad, inquietud, tristeza, impotencia, temor, estrés, pánico, soledad, dolor, encierro, aislamiento, distanciamiento, sobreprotección, desconcierto, desconsuelo: estos son sentimientos, emociones y expresiones que se han generado y agudizado en los últimos días a causa de la pandemia mundial llamada Covid-19, que llevó a cambiar la rutina en todo el mundo y obligó a resguardarse a millones de personas, que hoy están reflexionando sobre la forma de vivir y de pensar de la humanidad.

Aparece, entonces, la abundancia y la saturación de información de toda clase de fuentes, como un verdadero problema: notas, artículos, podcast, infografías, posts y videos que viajan sin ninguna clase de filtro por redes sociales y WhatsApp especialmente, generando múltiples efectos e impactos, que muchas veces no son positivos para la conciencia y la pedagogía humana, para la tranquilidad y, ante todo, para la estabilidad mental y emocional en tiempos de contingencia y crisis. Y mucho más, cuando millones de seres humanos no se han preparado para comunicarse e interactuar con inteligencia y efectividad.

Tres actores de comunicación e interacción

Se podrían identificar 3 grandes grupos de comunicación: por un lado, los generadores de información, que deben hacerlo con protocolos, para informar de manera efectiva, como son los Organismos Internacionales de Salud; Gobiernos nacionales, departamentales y locales; entidades de seguridad y de atención de emergencias instituciones; prestadoras de servicios de salud; científicos e investigadores.

En segundo lugar, están los multiplicadores y/o replicadores de información, tales como los medios de comunicación con sus editores y periodistas, los generadores de opinión, líderes comunitarios, sociales, religiosos, veedores ciudadanos, los nuevos medios alternativos, voceros de organizaciones privadas y, más recientemente, los influenciadores, que tienen bastante fuerza en el entorno actual y muchos de ellos no están preparados humana, ni técnicamente para hacerlo.

Por último, los consumidores y receptores de esa información que, gracias a la transformación digital y las redes sociales a su alcance, se convierten, a su vez, en generadores de información, opinión y en fuentes de interacción masiva. El problema no es que generen información, porque es un derecho natural del ser humano, la dificultad reside en que hay escasa o ninguna formación, argumentación y regulación para hacerlo. Así se crea el caos de la sobreinformación y desinformación, que es el que la sociedad está viviendo y lamentando. Inclusive, las empresas de telecomunicaciones han visto cómo se ha incrementado exageradamente con esta coyuntura el consumo de datos.

Es por esto que hoy más que nunca, se debe hacer un llamado a la opinión pública para que asuma el rol de comunicación e interacción que le corresponde, siendo conscientes de la responsabilidad y el impacto que generan, porque muchas veces, de manera inconsciente, al pasar información y datos sin verificación, están aportando a la confusión y la confrontación que deteriora la salud mental y emocional.

¿Entonces, qué hacer en este entorno?

Lo más importante es autorregular el consumo de información sobre la crisis mundial y sus efectos, ya que el exceso de datos y contenidos a lo largo del día en medio de un encierro, puede aumentar los niveles de angustia, de desconcierto, de tristeza, por la impotencia frente a la situación.

Una buena decisión es ver un solo noticiero al día para estar informado de lo más importante que haya sucedido recientemente.

Además, es prioritario que las personas entiendan la importancia de verificar la pertinencia de la información que están transmitiendo en redes sociales; si quieren que su pensamiento, o las ideas de otros sean tenidas en cuenta, y valoradas realmente, asegúrese que son contenidos útiles, confiables y precisos, y que, además, aportan a la tranquilidad y la salud integral de quienes lo reciben, para que ayude a la toma de decisiones personales y colectivas. Es necesario ser influenciador desde lo micro y hacia lo positivo.

La firma ECO Resultores, con más de 17 años de trayectoria en comunicaciones estratégicas en Latinoamérica, propone las siguientes 7 estrategias de comunicación para manejar efectivamente la crisis Covid-19:

Pedagogía: Aprender y enseñar sobre el autocuidado y las normas de protección y convivencia ante el Covid-19

Economía informativa: Evitar la generación y-o replicación de contenidos no necesarios e improductivos. Se propone disminuir el consumo de redes sociales, bajando el nivel de interacción digital.

Atención y respaldo a la comunicación oficial: Estar pendientes de los pronunciamientos de entes de gobierno; poner atención a los medios de información creíbles y confiables.

Incrementar la comunicación positiva: Cuidar la salud mental con mensajes y contenidos constructivos y esperanzadores.

Fortalecer los canales de expresión y diálogos humanos: Abrir espacios en casa o con personas cercanas para transmitir los sentimientos y las emociones que se generan. Así evitamos resentimiento.

Acompañamiento memorable: Hacer presencia emocional memorable y conectiva en momentos importantes que todos viviremos en esta coyuntura.

Testimoniales (storytelling): Aprovechar las experiencias de otros para despertar consciencia o sensibilizar a quienes no han dimensionado el verdadero impacto de la pandemia.

Asimismo, Sofía Córdoba, Directora País de ECO Resultores Perú, plantea 7 fuerzas humanas que ayudarán a superar la crisis emocional y mental generada por el Covid-19.

Fuerza espiritual: Paz interior, agradecimiento como fundamento de vida y fortalecimiento.

Fuerza personal y corporal: Autocuidado, salud e integridad física, autoestima, salud mental y emocional, carácter, voluntad y paciencia.

Fuerza del tiempo en tu vida: Valorar y aprovechar los días y las horas.

Fuerza familiar y sentimental: Unidad en el hogar y la comunidad, apoyo mutuo, compartir experiencias más que pertenencias.

Fuerza social: Energía positiva, cuidar a los demás, ser solidarios con los más necesitados.

Fuerza intelectual: Estudiar, aprender, enseñar, leer, escribir y producir nuevas ideas y contenidos de valor.

Fuerza productiva: Cuidar el empleo, buscar nuevas oportunidades, reinventarnos laboralmente o buscar nuevas fuentes de ingreso, vida en austeridad, ser más creativos en la forma de producir.

Si en esta contingencia, la sociedad aprende a manejar mejor la comunicación y la interacción efectiva, aportaría bastante para cuando lleguen crisis, creando, así, ambientes creíbles y confiables, esenciales para aportar y superar favorablemente esta situación que a todos compromete.

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