Cambios en la salud mental a raíz de la pandemia
En el último año, la salud mental de las personas se ha visto directamente afectada por las consecuencias de la pandemia del COVID-19 y cómo ha influenciado radicalmente la rutina diaria de cada una de ellas; sea a través de las noticias, cambios en el estilo de vida, experiencias directas con pacientes infectados con coronavirus, entre otros. La doctora. Antonella Galli, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma indica que, durante la emergencia sanitaria, tanto a nivel mundial como en Perú, ha aumentado la depresión, ansiedad y dependencia al alcohol y/o substancias ilícitas.
Ante la coyuntura actual que vivimos, es normal que las personas manifiesten altos niveles de estrés y ansiedad. El estrés es la respuesta biológica y de comportamiento frente a una amenaza real o percibida hacia la integridad física o psicológica de la persona. Es decir, el individuo se siente mental y físicamente amenazado así que el cuerpo se prepara para reaccionar.
La especialista sostiene que existen dos tipos de estrés: el entrés o llamado también aleostasis; que es la respuesta mental y física que se flexibiliza y se adapta a las demandas del ambiente. El segundo tipo es el distrés o carga aleostática; que es cuando la mente y cuerpo se sobrecargan y uno no es capaz de lidiar con la situación. Galli señala algunas de las consecuencias del estrés en la salud de las personas:
– Aumento de la presión arterial.
– Incremento del azúcar en la sangre.
– Dolor crónico.
– Aumenta el cortisol generando inflamación (asociado a enfermedades físicas como mentales).
– Insomnio.
– Acumulación de grasa a pesar de que uno esté cuidando la alimentación
– Infertilidad en hombres y mujeres.
– Problemas gastrointestinales como dolores, constipación, o colon irritable.
– Propicia trastornos de ansiedad y depresión.
Por otro lado, la ansiedad es un estado de respuesta frente a una situación que la persona percibe como amenazante. Por ejemplo, en el caso de muchas personas estas situaciones surgen a raíz del desempleo, la crisis económica, el aumento de la delincuencia, el COVID-19, el padecer alguna enfermedad o que un familiar la tenga, la pérdida de personas significativas, o la cuarentena. En el caso de algunas personas sus amenazas pueden ser específicas; es decir, propias para cada quién, como el temor de no cumplir con los tiempos de entrega en el trabajo o estudio, el tener que exponer en público, rendir alguna evaluación, estar en espacios cerrados, o estar expuesto a algún lugar, objeto, persona o animal.
Las personas tienen dos formas de manifestar la ansiedad. La primera de ellas se da cuando se comprime el nervio vago, lo que la psicóloga denomina: efecto tortuga ya que, frente a una situación amenazante, la persona se retrae, y esconde su cabeza en el caparazón.
Por otro lado, la segunda forma de manifestar la ansiedad es cuando el sistema nervioso central se activa. Es decir, frente a una situación amenazante, la persona siente una alta movilización de energía que se proyecta en una respiración agitada, el corazón late fuerte, entre otros. Esta situación continúa hasta que encuentre una manera de lidiar con ella.
Muchas personas suelen vivir siempre con un alto nivel de energía y aprenden a depositarla en distintas actividades, como el deporte. Sin embargo, con la pandemia y la cuarentena modificando los hábitos y rutinas, la ansiedad en las personas ha aumentado al no tener dónde depositar esa energía. Incluso, algunos terminan comiendo demás, a causa de la ansiedad.
Las principales consecuencias en el trabajo es que haya mayor ausentismo, ya que les cuesta lidiar con la presión del trabajo. Por ejemplo, aquella persona que solía ser muy amable y asequible, puede volverse irritable y empezar a tener problemas con los demás compañeros de trabajo. Si no se trabaja sobre la depresión, ansiedad y estrés, es muy probable que la persona tenga un pobre rendimiento en trabajo, ya que no podrá dar su 100%.
Cuando la persona está ansiosa se comprime el nervio vago, paralizando el cuerpo. Por ello, la especialista en salud mental recomienda que lo ideal es descomprimirlo, y esto se logra mediante la expansión de la respiración de la siguiente manera: coloca tus manos sobre el abdomen, al inhalar vas a expandir el vientre y al exhalar lo vas a soltar; esto se denomina respiración abdominal. También puedes acompañar este ejercicio con pequeñas vibraciones al exhalar, pronunciando: ahmmm. Es recomendable practicar esta respiración todos los días por 15 minutos.
Por otro lado, si la persona tiene activada la ansiedad del nervio simpático (que moviliza la energía), se aconseja realizar varios ejercicios de respiración abdominal, de forma lenta y prolongada. Puede hacer cinco ejercicios durante el día cada 2 horas.
– Realizar actividad física mediante el deporte, alguna técnica de relajación, mindfulness, rezar o alguna actividad que baje tu nivel de estrés.
– Organizar tus pendientes del día en una lista para poder ordenar tu mente y monitorearlos.
– Reducir la cantidad de responsabilidades, delega y ten espacios personales para tu recuperación y reestablecer tu equilibrio.
– Puedes crear tu red de soporte social, para que puedas contar con personas que te ayuden a reducir la carga de estrés que estás pasando.
– Sé resiliente y flexible.