Ecosistemas digitales interconectados redefinen los negocios

Hoy en día, el éxito de una compañía significa invertir en tecnologías digitales para ingresar a nuevos mercados, involucrar a los clientes de maneras sin precedentes y explorar nuevos enfoques comerciales. En realidad, se trata de revertir el modelo de negocio tradicional: transformarlo de aislado y fijo a uno integrado y dinámico. Ahora, son posibles nuevas formas de compartir negocios digitales, gracias a ecosistemas digitales avanzados que permiten niveles completamente nuevos de crecimiento y ROI, porque en la era digital los líderes que controlan el mercado tienen la mejor integración virtual, donde ensamblan y administran la mayor red de proveedores de productos y servicios.

Los ecosistemas digitales traen lo que se conoce como efectos de red. Al integrarse con entornos virtuales, las empresas pueden crear modelos comerciales a partir de servicios y capacidades que pueden intercambiarse fácilmente según las necesidades comerciales o las nuevas tecnologías.

Adaptarse al cambio (como la pandemia mundial de COVID-19) ya no es lo mismo que tomar un nuevo rumbo en un transatlántico. Las empresas pueden reaccionar más rápido, de manera más eficiente y a un costo menor que nunca.

Pero como cualquier cambio de paradigma, la implementación adecuada es crucial para lograr una ventaja competitiva. Primero, las empresas deben decidir cómo quieren participar en un ecosistema determinado. ¿Quieren liderar la orquestación del ecosistema o simplemente participar? Los líderes establecen los parámetros del ecosistema y maximizan su valor.

Cada empresa debe conocer sus fortalezas centrales y permitir que otras partes interesadas del ecosistema creen un valor mayor del que de otra manera sería posible por sí misma o a escala.

Cada ecosistema tiene varios participantes con roles diferentes pero interconectados e interdependientes. Un ecosistema es poderoso y vibrante cuando es apoyado por diferentes tipos de participantes cuyas ofertas se complementan entre sí. Si bien los mercados y las tecnologías están en constante evolución, actualmente existen tres tipos básicos de ecosistemas digitales: plataforma, colaboración y servicios.

– Un ecosistema de plataforma está formado por las empresas que fabrican y venden infraestructura. Estos incluyen bloques de construcción digitales como redes, almacenamiento e informática, así como dispositivos y / o servicios digitales. Es más amplio que la simple infraestructura como servicio (IaaS, siglas en ingles), ya que incluye todas las tecnologías en un mercado más abierto y democratizado.

– Un ecosistema colaborativo es una comunidad de empresas centrada en los datos, el aprendizaje profundo de la inteligencia artificial (IA) y el intercambio de conocimientos con el fin de crear un nuevo valor o resolver problemas complejos. Por ejemplo, desarrollar una vacuna o estudiar el cambio climático global. La idea es que más datos equivalen a más conocimiento, lo que mejora la comprensión y acelera el proceso de descubrimiento para identificar y desarrollar soluciones.

– Un ecosistema de servicios es donde las empresas proporcionan funciones comerciales específicas y ponen esas funciones a disposición de otras empresas como un servicio. Esto permite a las empresas construir nuevos modelos de cadena de valor y suministro, optimizando así sus propios procesos comerciales. Por ejemplo, un desarrollador de videojuegos que se integra e interactúa con un ecosistema de pagos.

Los ecosistemas digitales son serios y atraen a más participantes. Esto crea densidad de red entre ecosistemas interconectados y socios dentro del centro de datos. Al eliminar el factor de distancia, se eliminan o reducen en gran medida problemas como la latencia de la red, la fluctuación y las fallas. Las empresas pueden interconectarse de forma directa y segura con los socios del ecosistema aprovechando la interconexión definida por software de uno a varios, como con Equinix Fabric.

La interconexión redefine la economía de los datos y el tiempo para comunicarse. Es la forma más eficiente de transferir grandes volúmenes de datos y tráfico entre una variedad cada vez mayor de participantes, mientras se logra la latencia más baja, las velocidades más rápidas, la mejor confiabilidad y el aprovisionamiento de conexión más rápido posible. Y dado que todas estas interconexiones son privadas y no públicas como es el caso de Internet, el riesgo de amenazas cibernéticas que interrumpen cualquier ecosistema dado se minimiza significativamente.

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