Autismo: Señales de alerta
El autismo no es una enfermedad, es una condición. Un diagnóstico temprano y el trabajo en conjunto con la familia son fundamentales para facilitar el desenvolvimiento social del pequeño.
Así lo explica la neuróloga pediatra Pamela Muñoz, de la Clínica Ricardo Palma, quien señala que no existe un examen específico para diagnosticar este trastorno. Por ello, es muy importante que los padres aprendan a identificar sus síntomas.
Falta o escaso contacto ocular sostenido, rechazo o mala interacción social, retraso en el habla o poca intención comunicativa verbal o mediante gestos, no tener un juego simbólico e imaginativo (usan los juguetes para formar torres, clasificarlos o tirarlos), rechazo a ruidos, necesidad de probar texturas, de tocar y oler todo, angustia, frustración si no se respetan rutinas y dificultad para adaptarse al cambio son sus signos más frecuentes.
El diagnóstico del trastorno del espectro autista (TEA) no se efectúa mediante pruebas de imágenes o análisis de sangre, lo realiza un neurólogo pediatra mediante la observación del comportamiento y desarrollo del menor. Un niño de 18 meses o menos ya puede mostrar signos sugerentes de esta condición. A partir de los 2 años, la evaluación la puede hacer un profesional con experiencia y resulta muy confiable.
Sin embargo, muchos infantes no reciben un diagnóstico final hasta la etapa escolar o adolescencia. Esto les impide aprender en formar temprana habilidades de integración y desarrollo.
El TEA se diagnostica a través de:
Evaluación del desarrollo (a cargo del pediatra): Entrevista dirigida a los padres sobre el desarrollo y comportamiento de la criatura, a fin de identificar si hay un retraso y ser referido a un neurólogo pediatra.
Evaluación integral (por un neurólogo pediatra): Revisión minuciosa al pequeño y entrevista con los papás. También se efectúa pruebas de audición, vista, genéticas, neurológicas y otros controles médicos.
Terapias diversas
No existe un tratamiento único para esta condición; ya que depende de las necesidades de cada niño. Existen diversos tipos de terapia. Por ejemplo, la conductual para que el menor realice comportamientos esperados y entienda lo que ocurre luego de una conducta determinada. La del desarrollo que trabaja en la orientación de diversas áreas: integración sensorial, lenguaje, fisioterapia, ocupacional, entre otras.
Así también, la socioemocional para que el paciente desarrolle habilidades sociales y logre un manejo adecuado de emociones; y la psicológica o terapia cognitivo conductual.
En algunos casos las terapias pueden ayudar a reducir considerablemente los síntomas y ayudan a las personas con autismo en sus tareas diarias.
Otras afecciones
Las personas con autismo también pueden presentar trastornos del sueño, insomnio, hiperactividad, depresión, ansiedad, preferencia limitadas de alimentos, problemas estomacales, epilepsia, dificultades para entender los cambios corporales y situaciones sociales y problemas de conducta.