El rol del ejercicio en el fortalecimiento del sistema inmune

Hoy en día, el sistema inmune ha tomado mayor relevancia frente a la exposición del virus de la COVID-19. En el caso de una infección, un buen estado inmunológico nos brinda las defensas necesarias para la recuperación de esta enfermedad.

A raíz de ello, el Colegio Americano de Medicina Deportiva presentó sus guías donde reveló que aquellas personas que se ejercitaban regularmente con una intensidad moderada presentaban una mejor respuesta inmune, así como la disminución de una inflamación crónica.

Además, presentan una mejora en sus indicadores inmunes en enfermedades como el cáncer, VIH, diabetes, limitaciones cognitivas y obesidad, entre otros.

«La práctica de ejercicio libera diferentes proteínas que pueden ayudar a mantener la inmunidad, que constituyen un completo sistema de factores polipeptídicos (IL-6, IL-7 e IL-15) reguladores de la actividad de las células responsables de las respuestas inmunes e inflamatorias. La actividad y el ejercicio físicos garantiza el mejoramiento de nuestro sistema inmune, por ello debe practicarse, de preferencia, tres veces a la semana, si se trata de ejercicios leves a moderados», señala Karen Quiroz, directora de la Escuela de Nutrición y Técnicas Alimentarias de la Universidad Le Cordon Bleu.

Son diversos los aspectos de mejora para el sistema inmune cuando se trata de la práctica de ejercicio. A continuación, la especialista señala alguno de ellos:

– Mejora la función de las células inmunitarias: Los ejercicios de tipo aeróbico involucran el movimiento de millones de células inmunes principalmente las involucradas en el reconocimiento y eliminación de células infectadas por virus, haciéndonos más resistentes a las infecciones y preparando al organismo para defenderse ante cualquier agente infeccioso.

– Ayuda a reducir el estrés y aumenta la producción de células T: Como consecuencia del confinamiento y el distanciamiento social, los glucocorticoides como el cortisol se elevan durante este tipo de periodos y pueden inhibir muchas funciones críticas del sistema inmune. La especialista añade que cuando las personas se estresan, la capacidad de nuestras células T de multiplicarse en respuesta a agentes infecciosos se reduce notablemente. El ejercicio ayuda a contrarrestar los efectos negativos del estrés.

– Disminuye el impacto de enfermedades virales: Es de vital importancia que nuestras células inmunes mantengan la capacidad de redistribuirse para que puedan patrullar áreas vulnerables en nuestro cuerpo e impedir que los virus y otros patógenos encuentren un punto de apoyo para la invasión. Este proceso resulta importante para reducir al mínimo el impacto del virus y acelerar la resolución viral si nos infectamos.

– Mejora la respuesta inmune a la vacunación: El Colegio Americano de Medicina Deportiva ha destacado que las personas que se ejercitan con regularidad (entre ejercicios leves a moderados) mejoran la respuesta inmune de la vacuna y disminuyen la inflamación crónica de bajo grado.

Finalmente, la especialista aconseja sumar una dieta variada, equilibrada y saludable que contribuya al buen funcionamiento de las defensas. Consumir alimentos ricos en proteínas, vitamina C y D, Zinc, minerales y antioxidantes, pues estos cumplen la función de regular nuestros sistemas de defensa.

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