El futuro de la fotografía profesional está en los smartphones

En los últimos años comenzó a ser tendencia la fotografía móvil, aquella que no necesita de equipos profesionales, solo de un celular.

Esta nueva fórmula comenzó a normalizarse, a pesar de las preguntas y debates que han surgido a su alrededor. Pero lo más interesante es que logró afianzarse y terminó por acercar a muchas personas al concepto fotográfico. Así lo describe Rodrigo Rivas, Fotógrafo Profesional y Docente de ESDESIGN Escuela Superior de Diseño de Barcelona, en su monográfico Fotografía móvil.

De hecho, un celular es hoy la cámara más usada por todas las personas en el mundo, incluyendo fotógrafos de profesión o aficionados. Según los datos de la Asociación de Cámaras y Productos de Imagen (CIPA), la venta de cámaras ha caído de forma considerable y paulatina en los últimos años hasta los 15 millones de unidades en el 2019, cuando en el 2010 se vendían 121 millones.

¿Cómo llegamos a este punto?

En primer lugar, por el avance tecnológico. Si bien es cierto que los celulares con cámara se han venido utilizando desde el 2002, lo cierto es que su evolución en casi veinte años ha sido más que exponencial, ahora es posible encontrar dispositivos con un conjunto de lentes de alta resolución y su facilidad de transporte y poco peso han acabado por hacer que su demanda sea cada vez más fuerte.

Sin embargo, según el estudio de fotografía móvil de ESEDSIGN no fue sino hasta que la gente empezó a fotografiar y compartir al instante que se produjo la verdadera inversión en investigación y desarrollo que hoy conocemos.

Específicamente, a finales del 2010, la aparición de las redes sociales, y más concretamente de Instagram, así como el aumento de la conectividad terminaron por sacarle provecho a estas cámaras portables que hoy por hoy son las verdaderas todo en uno. El poder publicar fotografías de forma inmediata llevó a la gente a compartir algo más que sus trabajos y empezar a contar su día a día.

Tras Instagram, no han parado de salir redes sociales en las que la imagen (fotografía y vídeo) son la principal herramienta de comunicación.

Desde que el fabricante chino Huawei lanzó al mercado su P9 con dos cámaras (una para fotografías en monocromo exclusivamente se fue sucediendo los móviles con dos, tres, cuatros y hasta cinco cámaras. El LG G6, por ejemplo, fue el primero en incorporar un ultrangular, el iPhone 7 Plus en añadir un 52mm a su angular ya existente.

El desarrollo va más allá de adaptar una cámara a un dispositivo de menos de un centímetro de grosor. Hablar de un smartphone es hablar de un computador por componentes y potencia. Hoy es posible editar o catalogar las capturas realizadas, sin mencionar la facilidad de retocar las fotografías con aplicaciones de edición cada vez más avanzadas, de forma que la fotografía ya no pasa por el celular.

Y no dejan de sorprendernos. Programas como Lightroom CC de Adobe permiten una conectividad con la aplicación de escritorio, pues es posible empezar el trabajo de edición en una plataforma y continuarlo o acabarlo en otra.

De acuerdo con Rivas, disponer de un aparato con la capacidad de un computador, y con un módulo de cámara, es disponer de un flujo de trabajo fotográfico completo en un solo dispositivo. A esto debemos añadirle la conectividad, la cual es la parte final de dicho flujo, la llamada salida.

Todas estas ventajas juegan a favor de muchos profesionales del sector, como fotoperiodistas que necesitan una tremenda rapidez a la hora de enviar su trabajo acabado.

Esto no significa la desaparición de las cámaras profesionales de fotografía. Los celulares son muy pequeños y el tamaño importa. Para los sensores, que recogen luz y la convierten en imagen es parte fundamental su área de extensión, si son pequeños suele generar más ruido y eso se traduce en pérdida de calidad de imagen y nitidez.

En respuesta, se ha desarrollado una nueva tecnología que añadir a los celulares: la llamada fotografía computacional. Consiste en usar datos matemáticos, algorítmicos e información recabada por las cámaras para conseguir resultados mediante software, que el propio hardware de forma física no es capaz. Los modos noche o los modos retrato de los móviles actuales son un ejemplo claro de esto.

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