La nutrición adecuada es una aliada para fortalecer la inmunidad
Hace más de un año que hacemos frente a la pandemia causada por el coronavirus, que está cambiando los hábitos de vida de las personas y reforzando la necesidad de prestar atención especial a la alimentación, higiene personal y el bienestar en general.
Es evidente que, además de las diversas acciones dirigidas a reducir el contagio y aumentar la prevención, las personas han buscado formas de fortalecer el sistema inmunológico.
Ya es conocida la importancia de una dieta sana y equilibrada, rica en alimentos naturales y nutrientes variados, además de la práctica de actividades físicas para garantizar una buena salud y fortalecer el sistema inmune. Sin embargo, el sistema inmune es muy complejo y depende de diferentes factores, como una flora intestinal saludable, por ejemplo, además de otras características individuales como edad, estilo de vida, salud general, región donde vive la persona y hábitos alimenticios. Para atender esta diversidad de peculiaridades, es interesante tener algunos aliados como alimentos y bebidas fortificadas para la vida cotidiana, así como suplementos dietéticos que ayudan a mantener la salud.
El uso de productos de apoyo inmunológico ha sido exitoso y ya ofrece un apoyo más amplio, que va más allá de los suplementos de vitamina C y zinc, que son los más conocidos.
Muchos nutrientes han sido ampliamente estudiados por el negocio de Nutrición y Salud de BASF por su relevancia para el desarrollo, mantenimiento y funcionamiento del sistema inmunitario humano y la contribución a una vida más saludable.
Entre el grupo de nutrientes, por ejemplo, tenemos la vitamina D que juega un papel importante en el metabolismo para una respuesta inmune. Además de regular la absorción de calcio junto con la vitamina K2 y desempeñar un papel crucial en la salud ósea a lo largo de la vida, se ha demostrado que es fundamental para el mecanismo de defensa del organismo, en la recuperación de enfermedades infecciosas como enfermedades respiratorias, tuberculosis, enfermedades inflamatorias como asma, alergias y enfermedades inflamatorias intestinales.
La llamada vitamina del sol se produce en la piel, siempre que esté expuesta al sol en el período correcto y durante 10-20 minutos al día. En la alimentación, ocurre naturalmente solo en algunos alimentos, como el pescado graso y la yema de huevo. Ya ha habido una reducción natural de esta vitamina con el estilo de vida más urbano, pero esto empeoró aún más con la necesidad de aislamiento social como forma de prevención en la pandemia y la consiguiente privación de exposición al sol. La suplementación debe ser individual, basada en una evaluación previa y acompañada por un médico basado en la necesidad de cada organismo.
La vitamina A es necesaria para desarrollar una función inmune saludable, manteniendo las barreras de las células epiteliales. Esta apoya funciones que aseguran una respuesta rápida a las agresiones y ajusta la expresión génica de las células T reguladoras durante la respuesta inmune. La vitamina E funciona como antioxidante, ayudando a prevenir daños a las membranas celulares y al recubrimiento epitelial. Mantener la membrana celular es esencial para una respuesta inmune saludable.
Los carotenoides también actúan como antioxidantes y son capaces de modular el proceso inflamatorio. Los betacarotenos estimulan los linfocitos y las células de defensa natural, mejorando así la respuesta inmune mediada por células. La vitamina B2, a su vez, es muy importante en el proceso de desarrollo de células asesinas, responsables de atacar antígenos como los virus.
El licopeno, la luteína, los fitoesteroles y los ácidos grasos Omega 3 también forman parte del grupo de nutrientes que favorecen significativamente los mecanismos inmunológicos. Todos ellos están disponibles en una dieta saludable y nutritiva y pueden complementarse con alimentos fortificados y suplementos nutricionales para asegurar niveles adecuados de protección.