Mitos sobre la vacunación

Con el desarrollo de diversas vacunas contra la COVID-19, el mundo se prepara para la mayor iniciativa de salud pública mundial en simultáneo. En este contexto, se ha desarrollado un amplio debate sobre los beneficios y riesgos de la vacunación, ante el temor de la población por inmunizarse.

Pese a que, de acuerdo con la OMS, la inmunización es uno de los mayores éxitos de la medicina moderna, ya que permite evitar entre 2 y 3 millones de muertes cada año, aún existen muchos mitos en torno a este tema, lo que podría incidir en la disposición de la población a vacunarse.

El Dr. Julio Tresierra, pediatra neonatólogo y gerente médico de Sanofi Pasteur aclara algunas creencias respecto a efectos adversos asociados a las vacunas, que han jugado un papel muy importante en los argumentos utilizados por grupos antivacunas.

Las vacunas tienen varios efectos secundarios peligrosos que aún no se conocen. En la actualidad, las vacunas son muy seguras y el número de efectos secundarios es muy pequeño, si lo comparamos con el beneficio que producen. La mayoría de las reacciones suelen ser menores y temporales, como dolor en el brazo o una fiebre leve, y las complicaciones graves son extremadamente raras. Es mucho más probable morir por causas vinculadas a una enfermedad prevenible mediante vacunación, como el sarampión y la poliomielitis, que por recibir la vacuna.

Las vacunas contienen mercurio. Algunas vacunas contienen timerosal, compuesto orgánico con mercurio que se agrega como conservante, indispensable para asegurar la potencia y la esterilidad de estas. Sin embargo, estudios han demostrado que su uso es seguro y que la cantidad usada en las vacunas no supone un riesgo para la salud. Antes de que una vacuna sea aprobada para el uso público, pasa por procesos científicos largos y rigurosos, y son monitoreadas continuamente para detectar problemas de seguridad.

Algunas vacunas pueden causar autismo y otras enfermedades raras. No hay evidencia que relacione la vacuna y el autismo, tampoco existe asociación entre la vacuna contra el sarampión, la rubeola, y las paperas (SRP) y el autismo.

Un único estudio, que fue mal diseñado y ya refutado, reportó esta asociación en 1998. Desde ese entonces, cientos de estudios científicos rigurosos han confirmado que no hay riesgo de autismo por vacunación.

Muchas de las enfermedades supuestamente relacionadas con las vacunas ya existían antes de la aparición de estas. En muchas ocasiones, no se ha producido un aumento real de la frecuencia de algunas de estas enfermedades, sino que simplemente se diagnostican mejor gracias a los avances de la Medicina.

Es mejor la inmunización por la enfermedad que por las vacunas. La inmunización genera una respuesta similar a la que produciría la infección3, pero no causa la enfermedad ni expone a la persona vacunada a riesgos de posibles complicaciones. En cambio, la inmunización por infección natural expone a las personas a complicaciones graves e incluso la muerte.

Mejores condiciones de higiene y saneamiento harán desaparecer enfermedades. Si bien una mejor higiene, el lavado de las manos y el agua potable ayudan a proteger de enfermedades infecciosas, muchas otras, ya erradicadas, se pueden propagar si las personas no se vacunan.

Al no haber inmunización contra enfermedades que hemos logrado controlar, como la polio y el sarampión, estas volverán a aparecer rápidamente.

Por último, el especialista resalta la importancia de reforzar estrategias para mantener a la población informada sobre los beneficios y también sobre los efectos esperados de la aplicación de vacunas. Además, recomienda que, en caso de dudas, se acuda a su médico ya que en internet existe mucha información maliciosa y sin evidencia científica.

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