3 tecnologías que harán la cadena alimenticia más sustentable

Actualmente el mundo produce suficientes alimentos para todos en el planeta, pero, en un año, un ciudadano de América Latina y el Caribe desperdicia 223 kilos de comida. Esto quiere decir que un tercio de los alimentos producidos se transforman en desperdicio. Y si agregáramos las emisiones de CO2 generadas para la producción de esos alimentos y el agua utilizada para regadíos, ganado, etc., el impacto generado en la sustentabilidad de la cadena sería aún mayor.

Y es así donde las tecnologías como Inteligencia Artificial, Cloud y Blockchain pueden ayudar, no solo en el acceso, disponibilidad y desperdicio de alimentos, sino también en planificar mejor el uso de los recursos para que el impacto medioambiental sea menor en todo el recorrido de los alimentos, del campo a la mesa.

1. Inteligencia Artificial para la planificación de recursos. Imaginemos un ayudante que le brinde a los productores y agricultores la posibilidad de predecir cuándo y cómo cultivar sus alimentos, o que realice el análisis del suelo y del agua, para que el consumo de recursos sea solo el necesario.

Eso es lo que hace la inteligencia artificial, aplicando análisis predictivo y en tiempo real, combina información climática, datos históricos y métricas de cultivos para obtener pronósticos más precisos, que contribuyen a una mayor planificación de recursos.

Por ejemplo, para cuidar la calidad del agua y del suelo, IBM ha desarrollado AgroPad, un dispositivo que permite a los productores realizar un análisis químico en tiempo real, en el lugar, de una muestra de suelo o agua, utilizando inteligencia artificial, y de esta forma evaluar la presencia de químicos en la muestra.

2. Blockchain para trazabilidad de alimentos. Ahora, imaginemos que los alimentos ya van en camino al supermercado. El distribuidor ha retirado los alimentos de la planta productora, para ser entregados a un mayorista. Blockchain ayuda a monitorear el camino de los alimentos desde que son producidos hasta que llegan a las manos del consumidor final.

Este monitoreo a lo largo y ancho de la cadena permite que los productores y empresas puedan cargar los datos de sus productos en la plataforma, sabiendo dónde y cuándo un alimento pasó por determinado punto de la cadena, evitando así la producción más allá de la demanda y su desperdicio.

Un ejemplo es la red Food Trust, basada en IBM blockchain, realiza el monitoreo de alimentos y productos desde que son producidos, hasta que el consumidor los elige en el supermercado.

Diversos retailers a nivel mundial como Carrefour o Nestlé, así como productores de nuestra región hacen parte de la red actualmente, para disminuir el desperdicio y ayudar a que las cadenas de alimentación y distribución no se quiebren.

3. Cloud para la digitalización de las cadenas. Almacenar grandes cantidades de datos y ayudar en la planificación del uso de recursos naturales nunca fue tan necesario. El almacenamiento de datos en el sector agropecuario está creciendo cada día, debido al uso de dispositivos como sensores IoT (Internet de las Cosas) que analizan y procesan datos del clima, suelos o agua. La nube permite, no solo digitalizar todos los datos en tiempo real, sino que, además, utilizando la nube híbrida y abierta, permite innovar, co-crear y compartir información, siempre que sea necesario, con partners, proveedores y clientes, independientemente de la plataforma en la que estén alojados los datos de cada uno.

Por ejemplo, Ecoclimasol desarrolló la plataforma ClimaVista Wine, que permite a los productores de vino optimizar el rendimiento y aumentar la calidad de sus productos a través de un análisis del comportamiento de la vendimia. Para ello, se recopila información de estaciones meteorológicas y sensores IoT y todo se almacena y procesa en la nube de IBM.

Los enfoques tradicionales para la industria no podrán satisfacer la creciente demanda de alimentos, ni mitigar el impacto generado en el medio ambiente.

Este escenario requiere que la tecnología y la sustentabilidad trabajen de la mano, para impulsar nuevas formas de producir y planificar cultivos y habilitar cadenas de suministro seguras y resilientes que beneficien a la población y nos preparen para el futuro.

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