
Violencia invisible: Secuelas psicológicas que deja el maltrato
Hay golpes que no dejan marcas visibles, pero destruyen poco a poco la autoestima, la autonomía y la salud mental de la víctima. Insultos disfrazados de bromas, control presentado como preocupación y humillaciones seguidas de un era solo un comentario son formas de violencia invisible: sutil, devastadora y tan normalizada en la sociedad que pasa desapercibida, tanto para la víctima como para su entorno.
"La violencia invisible comprende conductas sutiles de manipulación, control, humillación, desvalorización y aislamiento. No deja marcas en la piel, pero sí altera profundamente la salud emocional. Está tan normalizada que muchas víctimas no logran identificarla, llegan a creer que exageran o incluso que algo hicieron para merecerla", explica la Dra. María Elena Escuza, directora de Psicología de la Universidad Norbert Wiener.
En torno al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Dra. Escuza hace un llamado a la acción para reconocer las señales, buscar apoyo y detener el ciclo.
Las secuelas psicológicas más comunes
Destrucción de la autoestima: La víctima interioriza los mensajes de humillación hasta creer que no vale nada. Aparecen sentimientos crónicos de culpa (provoqué su ira), vergüenza e indefensión aprendida: la creencia de que no importa lo que haga, la situación nunca cambiará.
Un efecto particularmente perverso es el gaslighting: la manipulación constante hace que la persona dude de sus propios recuerdos, percepciones e incluso de su cordura.
Ansiedad y miedo constantes: El maltrato mantiene al sistema nervioso en alerta permanente. Esto puede derivar en: Trastorno de Estrés Postraumático con flashbacks y pesadillas; crisis de pánico; estar siempre a la defensiva; insomnio y trastornos del sueño
Depresión y aislamiento: La desesperanza se instala. Tristeza profunda, apatía, pérdida de interés por actividades que antes se disfrutaban. En casos graves, pueden aparecer ideas suicidas como única vía de escape percibida.
Impacto físico y cognitivo: El estrés crónico afecta el cuerpo y la mente: dificultades de concentración y memoria, dolores de cabeza tensionales, problemas gastrointestinales, dolores musculares crónicos, disfunciones sexuales como respuesta protectora ante la invasión y el control experimentados.
¿Qué hacer para comenzar a salir del ciclo?
Nombrar lo que está ocurriendo: Reconocer lo que es violencia ya es un primer paso.
Poner límites claros: Decir esto no lo acepto o esto me hace daño abre un espacio de protección.
Buscar apoyo emocional y profesional: La terapia ayuda a procesar el trauma, reconstruir la autoestima, recuperar la autonomía y dejar de normalizar lo dañino.
Reconectar con su red de apoyo: Hablar con alguien de confianza disminuye el aislamiento emocional.
"Si sientes que algo no está bien, confía en esa sensación. Tu malestar es real. El miedo, la ansiedad, la tristeza son respuestas normales a una situación anormal. No eres culpable de lo que te está pasando. Pedir ayuda no es debilidad; es el mayor acto de valentía y amor propio que puedes hacer. Tu valor no ha sido destruido; solo ha sido enterrado. Mereces vivir una vida en paz, libre de miedo", destaca la especialista de la universidad Norbert Wiener.
Recursos de Ayuda
Si tú o alguien que conoces está viviendo una situación de violencia, estos recursos pueden ayudar:
Línea 100 (Perú): Servicio gratuito y confidencial del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, disponible 24/7 para orientación y apoyo en casos de violencia.
Centro de Emergencia Mujer (CEM): Atención integral y gratuita en casos de violencia.



