El turrón de Doña Pepa conquista el mercado

Como cada año, durante todo el mes de octubre, el turrón de Doña Pepa se convierte en uno de los postres más solicitados en todo el Perú. Esta tradicional preparación limeña, cargada de historia, fe y sabor, es considerada uno de los dulces más representativos de la gastronomía peruana y una tradición que sigue viva generación tras generación.

Cuenta la historia que su origen se remonta a la época colonial, cuando Josefa Marmanillo, una esclava afroperuana, enfermó y perdió movilidad en el cuerpo. Movida por la fe, prometió al Cristo Moreno seguir su procesión de rodillas. Durante el recorrido ocurrió el milagro: Josefa recobró su agilidad. Aquella noche soñó con una receta divina que preparó y ofreció al Señor de los Milagros en señal de agradecimiento.

“El turrón de Doña Pepa es un producto que despierta mucha emoción y nostalgia, porque está ligado a nuestras raíces y celebraciones. En Puratos hemos observado que, año a año, el consumo del turrón crece y evoluciona: hoy los consumidores buscan no solo el sabor clásico, sino también nuevas versiones con ingredientes innovadores”, comenta Karla Macedo, gerente de marketing de Puratos.

Por su parte, la Asociación Peruana de Empresarios de la Panadería y Pastelería (ASPAN) proyecta que la campaña del turrón en 2025 registrará resultados sólidos, con un crecimiento estimado del 7 % respecto al año anterior. Este incremento permitiría alcanzar alrededor de 8 millones de kilos vendidos a nivel nacional, reflejando la vigencia y dinamismo de este tradicional producto en el mercado peruano.

Versiones novedosas

Hoy, más de tres siglos después, el turrón de Doña Pepa continúa siendo símbolo del fervor religioso y de la dulzura peruana. Aunque su receta clásica mantiene su esencia: barras de masa aromatizada con anís, unidas con miel y decoradas con confites de colores, las versiones modernas incorporan ingredientes innovadores.

Entre las versiones más populares destacan los turrones rellenos con manjar blanco, chocolate, frutos secos, lúcuma o maracuyá, que aportan nuevas texturas y matices de sabor. También hay presentaciones individuales, versiones cuchareables o mini turrones, ideales para regalar o disfrutar como snack, así como opciones sin azúcar, pensadas para consumidores con necesidades específicas.

Asimismo, algunas pastelerías y marcas artesanales han lanzado ediciones especiales con coberturas de chocolate bitter, glaseados suaves o decoraciones más elegantes, sin perder la esencia del dulce original. Esta diversidad refleja cómo el turrón de Doña Pepa ha sabido adaptarse a los gustos contemporáneos, convirtiéndose no solo en un símbolo de la devoción limeña durante el Mes Morado, sino también en un postre versátil y vigente todo el año.

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