Cuando cuidar de los hijos se vuelve agotador emocionalmente

Ser mamá o papá puede ser una de las experiencias más enriquecedoras de la vida, pero también una de las más exigentes. En los últimos años, cada vez más padres y madres reportan sentirse emocionalmente agotados, irritables o desconectados de sus hijos. A este fenómeno se le conoce como burnout parental, una forma de agotamiento que no solo afecta el bienestar de los padres, sino también la dinámica familiar.

¿Qué es el burnout parental?

Aunque el término burnout suele asociarse al ámbito laboral, también puede aparecer en el hogar. Según Alessandra Cifuentes, directora y psicóloga del Centro Psicológico Integral Libre, este síndrome surge cuando las exigencias del rol superan los recursos emocionales con los que contamos para afrontarlas.

Esto puede intensificarse cuando se acumulan responsabilidades: trabajo, crianza, vida de pareja, e incluso el cuidado de familiares mayores. No es un signo de debilidad ni de falta de amor. Es una señal de que estamos llegando a un punto de quiebre y necesitamos apoyo para enfrentarlo.

Señales de alerta

Identificar los primeros síntomas del burnout parental es clave para actuar a tiempo. Algunas señales frecuentes son:

- Fatiga emocional constante, incluso después de descansar.
- Pérdida de placer o conexión con la crianza.
- Mayor irritabilidad o impaciencia con los hijos.
- Culpa o sensación de no dar la talla como madre o padre.
- Necesidad de aislarse o de tomarse una pausa prolongada del rol parental.

Cómo afrontarlo

El primer paso es reconocer que los padres también necesitan espacios de autocuidado emocional. Estas son algunas estrategias recomendadas por Cifuentes para prevenir o superar el burnout:

- Reconocer los propios límites y pedir ayuda cuando sea necesario.
- Compartir las responsabilidades del hogar y la crianza de manera más equitativa.
- Cuidar los pequeños momentos de bienestar diario, como dormir lo suficiente, realizar actividad física o disfrutar de un momento a solas.
- Practicar la autocompasión, entendiendo que no existe la paternidad ni la maternidad perfecta.
- Buscar acompañamiento psicológico si el agotamiento persiste.

El valor del autocuidado

El autocuidado no es egoísmo, sino una forma de sostener el amor y la paciencia que la crianza requiere. Cuando los padres se cuidan, también están cuidando emocionalmente a sus hijos. Cuidar de uno mismo permite criar con más equilibrio, empatía y presencia.

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