7 regiones se beneficiarían con proyectos de Infraestructura Natural

En los últimos 40 años el Perú ha soportado tres fenómenos naturales de intensidad extrema y cuya recuperación, pasada la emergencia, estuvo enfocada en reconstruir la infraestructura física dañada. Sin embargo, luego del Fenómeno del Niño Costero en el 2017, se creó la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (RCC), con un presupuesto de S/ 7,383 millones, que se enfocó no sólo en trabajar proyectos en siete regiones para reconstruir o reparar la infraestructura donde antes la había, sino que incluyó, por primera vez, proyectos de inversión con Infraestructura Natural (IN).

«La incorporación de la IN como generador de resiliencia para las comunidades y centros urbanos ha sido un aspecto muy poco considerado, casi inexistente en la planificación de cuencas. Ahora, con la nueva visión de RCC se podrán incluir proyectos en reforestación con especies nativas, revegetación, conservación de suelos, cochas, entre otros, en 19 cuencas priorizadas, que abarcan una superficie de 63 mil km2 (5% del territorio nacional) y comprenden una población de 8 millones de personas», comentó Fernando Momiy Hada, Director del Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica liderado por Forest Trends con el apoyo de USAID y el Gobierno de Canadá.

Se tienen 17 planes integrales y, en cada uno de ellos, se incluye al menos uno o dos de IN. Además, se espera que dentro de los próximos cinco meses se culmine con las etapas de formulación, revisión y aprobación de los planes, lideradas por el Ministerio de Agricultura y Riego, pues las siete regiones mencionadas están a la expectativa de que se inicien los proyectos que, además, podrán contribuir en la reactivación económica de dichas zonas post COVID-19.

Con la IN se busca intervenir ecosistemas que se encuentran en zonas rurales, habitadas por personas en una situación de extrema pobreza que para subsistir han generado la degradación de la naturaleza. «Los proyectos de IN, a la vez que contribuyen a recuperar los ecosistemas, podrían dinamizar la economía de dichas personas con puestos de trabajo, capacitaciones y con el uso sostenible de los recursos», comentó Fernando Momiy, recordando que el 31 de mayo se celebra el Día Nacional de la Prevención de los Desastres en el Perú.

Finalmente, destacó que la inclusión de la Infraestructura Natural en estos Planes Integrales marca un hito importante en el futuro de la gestión de riesgos de desastres en el país, dejando atrás la visión de que sólo la infraestructura gris o física va a ser efectiva para mitigar riesgos de desastres.

Los tres fenómenos naturales de intensidad extrema ocurridos en Perú, ocasionaron la pérdida de 992 vidas, alrededor de 3 millones de damnificados y casi U$ 11 mil millones en daños a la infraestructura física y una vez pasadas las emergencias, las autoridades se enfocaron en reconstruir carreteras, puentes, colegios, hospitales y redes de agua y alcantarillado.

Cabe señalar que el 31% de la población del Perú habita en las cuencas (unas 2.5 millones de personas), y el 65% de la infraestructura vial y eléctrica se encuentran expuesta a peligros de inundaciones y movimientos de masa.

La infraestructura natural reduce la erosión laminar, disminuyendo así la cantidad de sedimentos que pueden colmatar represas y reducir su capacidad de almacenar agua. Todo esto contribuye con el diseño de las defensas ribereñas y las estructuras de laminación, logrando un efecto directo e integral del control de avenidas.

La ventaja de combinar infraestructura gris y natural (o verde) es que no solamente ampliamos el grado de defensa ante eventos extremos, sino que además cambiamos la ocurrencia de estos eventos. Cuando conservamos, protegemos, restauramos, y recuperamos la infraestructura natural, invertimos en aquellos elementos en donde se originan los desastres.

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