Conocer la historia hace que seamos más críticos con la realidad
¿Ha escuchado la frase Quien no conoce su historia está condenado a repetirla? Seguramente sí. Siempre sale a la luz ante episodios de crisis y como un llamado de atención para educarnos más como sociedad, pero ¿Qué tan infalible es conocer el pasado para no replicarlo en el futuro?
Conocer la historia no nos libra de todos los males
No hay ningún método infalible para evitar que los humanos cometamos errores. Cormac McCarthy en su novela Todos los hermosos caballos escribe que la constante en la historia humana es la codicia, la necedad y la violencia que incluso Dios es incapaz de cambiar. Y es un hecho del que debemos ser conscientes.
«Resulta aventurado afirmar que el estudio de la Historia permite que el ser humano aprenda de sus errores y no tropiece dos veces en la misma piedra», afirma Desirée Torralba Mesas, directora del Grado en Historia de la Universidad Internacional de Valencia VIU, perteneciente a Planeta Formación y Universidades.
No obstante, conocer nuestra historia brinda otras soluciones que fortalecen el pensamiento crítico sobre lo que fuimos, somos y seremos como especie; permite entender las cosas que están sucediendo hoy, y alcanzar a predecir lo que podría ocurrir en el futuro.
¿Por qué debemos entonces estudiar nuestra historia?
Las humanidades siguen siendo esenciales en el entendimiento de un mundo cada vez más tecnificado y digital. La preocupación por el papel del ser humano en su propia sociedad nunca había sido tan preocupante como hoy.
Y la academia lo sabe. Desde el punto de vista de la Historia como elección académica, se es consciente de que el aporte que hacen los historiadores es irremplazable, como un puente de comunicación que nos ayude a entender por qué y para qué estamos aquí, sin ocultar ningún detalle.
La directora del programa de Historia de VIU explica que siendo esta rama humanística una fuente innegable e inagotable de información, nos da el beneficio de revelar y contar las verdades que han sido silenciadas o pasadas por alto a lo largo del tiempo.
«Más allá de los enfoques descriptivos con que se ha analizado esta disciplina, el carácter analítico con que debe atenderse su estudio debe ser contundente», afirma la doctora Desirée Torralba. Ello permitirá que, por encima de los actos poco comprensibles que jalonan el devenir de la civilización, quede la concordia inherente que la búsqueda de respuestas en el presente encuentra en el pasado para aprender de ellas.
Contar la historia por alguien que la conoce a fondo permite que un público más amplio se involucre con los conocimientos históricos, fomentando así una sociedad más informada. Y aunque mayor información o conocimiento no ennoblece, sí permite que se afronte la vida con un pensamiento más reflexivo y consciente en un mundo que navega por paisajes socio-políticos tan complejos.