La importancia de concientizar sobre ciberseguridad e invertir en protección

Actualmente, estamos viviendo una gran disyuntiva. Por una parte, existe una alta demanda por servicios informáticos de alto rendimiento, los cuales atraviesan múltiples industrias y verticales. Sin embargo, muchas de estas compañías aún no poseen equipos idóneos, dentro del área de soporte, que se encarguen y realicen monitoreo 24/7 a las variadas vulnerabilidades a las que puede estar expuesta la organización. La curva de aprendizaje y adopción debe mejorar, las compañías piensan que esto no les va a pasar a ellos y que no es necesario invertir.

En el marco del Día Internacional de la Seguridad Informática, es importante recordar que contar con políticas y protocolos para tener una óptima ciberseguridad no es solo responsabilidad de la empresa, sino de todos los colaboradores. Es por ello, que la educación en ciberseguridad es fundamental para la sanidad tecnológica de la compañía. La realidad nos ha demostrado una y otra vez que un ataque puede dejar sin efecto un área crítica de una empresa, causando millonarias pérdidas.

El phishing, ransomware, ataques de ingeniería social, ataques a la cadena de suministro y a la nube; falsificación de identidad en línea y ataques DDoS (Denegación de Servicio Distribuido), son las principales vulnerabilidades que vemos con cada vez más frecuencia. Es por ello que la ciberseguridad en las organizaciones involucra una serie de medidas y precauciones que se toman para proteger los sistemas, redes y datos de una empresa de posibles ataques y amenazas cibernéticas.

Cada vez más compañías y organizaciones dependen de la tecnología y la conectividad digital para realizar sus operaciones productivas y comerciales, lo que las está convirtiendo en entes vulnerables a ataques cibernéticos, ya sea por el robo de datos, la interrupción de servicios o la destrucción de información. Por lo tanto, es fundamental implementar estrategias de ciberseguridad para proteger la integridad de la información y salvaguardar la reputación y la continuidad del negocio.

Contar con una estrategia es clave, puesto que establece un plan integral que busca identificar, prevenir y mitigar los riesgos relacionados con las amenazas cibernéticas, y las principales acciones a seguir para desarrollarla de manera efectiva son:

Autoevaluación: prevenir internamente lo que puede pasarle a la organización si se materializa un incidente, donde la evaluación de riesgos es vital (activos críticos, posibles amenazas y vulnerabilidades). Además, contar con políticas de seguridad, las cuales deben abordar el acceso a sistemas y datos, contraseñas, uso de dispositivos personales (trae tu propio dispositivo BYOD) y concientización y formación.

Plataformas y Predicción: aquí debemos poner especial acento en la gestión de acceso, las diferentes actualizaciones y parches, firewalls y antivirus y no olvidar el cifrado de datos:

Detección y respuesta: una vez detectada la vulneración, la monitorización es vital para detectar actividades sospechosas. La detección temprana puede ayudar a mitigar el impacto de un incidente. Tras un ciberataque, se debe identificar, contener, erradicar, recuperar y sacar lecciones de lo sucedido. Además, no olvidar tener una copia de seguridad y recuperación.

La cuarta acción es realizar auditorías regulares, no quedarse dormido o sentirse seguro. Estar siempre actualizado con el cumplimiento normativo, en estrecha colaboración con los expertos en ciberseguridad.

Ante este panorama de vulnerabilidades latentes, es imperativo que las empresas se asesoren con expertos en soluciones gestionadas y que al mismo tiempo incentiven campañas de educación digital que concienticen a sus colaboradores y usuarios sobre las amenazas cibernéticas, y el daño que éstas pueden ocasionar. La idea es cubrir principalmente tres frentes de acción: dispositivos de usuario final, acceso a las redes, y las aplicaciones y servicios en la nube (cloud).

Finalmente, es importante destacar que una estrategia de ciberseguridad debe ser adaptada a las necesidades y características específicas de cada organización, y estar sujeta a revisiones y ajustes continuos para hacer frente a las nuevas amenazas que puedan surgir.

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