Desmintiendo los mitos sobre el TDAH
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que puede afectar a personas de todas las edades. Es importante comprender que este trastorno afecta la capacidad de atención, la autorregulación y la organización.
Los niños y adultos con esta condición pueden enfrentar dificultades significativas en diversas áreas de sus vidas y es crucial brindarles el apoyo y comprensión necesarios en lugar de estigmatizarlos o culparlos. Por ello, es importante aclarar algunos mitos que rodean al TDAH.
María Gracia Muñoz-Najar, profesora del programa académico de Psicología de la Universidad de Piura (UDEP), brinda valiosa información para comprender mejor esta condición.
El tratamiento del TDAH se limita a la medicación farmacológica. Esta afirmación es falsa; según la experta, la intervención va más allá de los fármacos. Para tratar esta condición, se incluye la terapia conductual y adaptaciones en el contexto educativo. Es importante que los niños con TDAH reciban el apoyo de su entorno y aprendan estrategias para la organización de sus actividades. Asimismo, el tratamiento debe ser monitoreado periódicamente para realizar los ajustes pertinentes.
El TDAH desaparece en la edad adulta. Este es otro mito muy común, las investigaciones demuestran que, en al menos un 40% de los casos, los síntomas persisten hasta la adultez. No obstante, es importante indicar que la presentación de los síntomas puede variar según la edad. Las personas adultas con TDAH suelen experimentar dificultades en la organización y una mayor tendencia a la inatención.
Las personas con TDAH tienen un comportamiento impulsivo o hiperactivo. Esto no es aplicable para todos los casos. Las personas con TDAH se dividen en tres subtipos distintos. El primero presenta dificultades en la atención y es más común en mujeres. El segundo es el hiperactivo-impulsivo, y el tercero es el combinado, que presenta déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
La causa del TDAH es 100% genética. Aunque existe una fuerte carga genética asociada al trastorno, factores ambientales también desempeñan un papel importante. Situaciones durante el embarazo como el tabaquismo materno, el alcoholismo y la exposición al plomo o mercurio se han asociado con los síntomas de inatención presentes en el trastorno. Por ello, es evidente que tanto los factores genéticos como los ambientales coexisten y contribuyen a la susceptibilidad del TDAH.
El TDAH es un trastorno complejo que requiere un enfoque integral en su tratamiento. Gracias a los mitos aclarados, podemos desmitificar conceptos erróneos, destacando la importancia de la terapia conductual, las adaptaciones y el apoyo para mejorar la calidad de vida de quienes viven con TDAH.