Día Mundial de la Hipertensión Arterial
La hipertensión arterial, también conocida como presión arterial alta, es una afección crónica que se caracteriza por la elevación sostenida de la presión ejercida por la sangre en las arterias. Esta condición puede dañar los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo enfermedades coronarias, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares.
Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que en el mundo hay 1280 millones de adultos de 30 a 79 años con hipertensión, sin embargo el 46% de ellos desconocen que padecen esta afección.
Una de las complicaciones más graves de la hipertensión arterial son los Accidentes Cerebrovasculares, los cuales se producen por la ruptura de un vaso sanguíneo debido a los altos niveles de presión sanguínea. Cuando la presión arterial se mantiene alta durante períodos prolongados, puede debilitar los vasos sanguíneos del cerebro, lo que aumenta las posibilidades de que se produzcan bloqueos o rupturas en los vasos, dando lugar a un ACV isquémico o hemorrágico, respectivamente. Por lo tanto, el control adecuado de la presión arterial es esencial para reducir el riesgo de sufrir esta enfermedad.
Un accidente cerebrovascular o ACV puede causar una serie de problemas y discapacidades a largo plazo, dependiendo de la zona del cerebro afectada y la gravedad del daño. El Mg. Christiam Megue, Director de VitaNova, Centro de Terapia Integral de Rehabilitación Neurológica explica que algunos de los problemas más comunes incluyen dificultad para hablar o comunicarse, debilidad muscular, parálisis, problemas de equilibrio, problemas de memoria y dificultad para realizar actividades cotidianas.
Es fundamental destacar que la hipertensión arterial a menudo no presenta síntomas evidentes, por lo que se la conoce como el asesino silencioso.
Muchas personas pueden tener presión arterial alta sin saberlo, lo que subraya la importancia de realizar chequeos regulares y medir la presión arterial de manera rutinaria. Adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular y evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco, puede ayudar a prevenir la hipertensión y, en consecuencia, reducir el riesgo de un ACV.