Cinco mitos sobre la urología que ponen en riesgo tu salud

La urología es una de las especialidades dentro de la medicina que más mitos genera a su alrededor. Desde catalogarla como la versión masculina de la ginecología hasta las creencias relacionadas con el temido examen de próstata.

Para el Dr. Irving Hernandez, urólogo del Centro Médico Urozen, estas ideas preconcebidas causan confusión y, en ocasiones, postergan la visita al urólogo. Lo peligroso es que esta demora no solo compromete el diagnóstico, sino que también el tratamiento e incluso la vida del paciente.

El profesional de la salud explica los principales mitos en torno a la urología:

La urología solo atiende a varones. Es una creencia muy extendida, pues se asocia esta especialidad con los varones y la ginecología con las mujeres. Sin embargo, la urología tiene un campo más amplio, que involucra a hombres y mujeres, dado que comprende el estudio de las vías urinarias (riñones, uréteres, vejiga, uretra y glándulas suprarrenales) y los problemas relacionados con ellas, tales como las litiasis, la incontinencia urinaria, las infecciones o las malformaciones. Además, trata enfermedades propias de varones, por ejemplo, la disfunción eréctil, tumores testiculares, patologías de próstata, malformaciones, entre otras, y padecimientos exclusivos de mujeres, como el cistocele.

Únicamente las personas mayores deben ir al urólogo. Si bien, a partir de los 40 años las visitas al urólogo se deben hacer, al menos, una vez al año, la urología también se ocupa de enfermedades que pueden aparecer a cualquier edad, como las infecciones urinarias en infantes, malformaciones del aparato urinario en recién nacidos o el cáncer testicular, cuya prevalencia aumenta entre los 15 y 35 años.

El cáncer de próstata afecta solo a adultos mayores. Aunque la incidencia de esta patología se incrementa con los años, 6 de cada 10 casos se presentan después de los 65 años, existen factores de riesgo que predisponen la aparición prematura de este mal, como antecedentes familiares, mutaciones genéticas heredadas (síndrome de cáncer hereditario de mama y ovario) y grupo étnico (mayor prevalencia en afrodescendientes).

El examen físico rectal se hace en todos los casos. Este procedimiento es de los más estigmatizados y muchas personas aplazan su visita al urólogo por temor a realizárselo. No obstante, se trata de una evaluación importante para identificar la consistencia de la glándula. Actualmente, existen pruebas complementarias como el examen sanguíneo que mide los niveles de antígeno prostático específico (PSA), una proteína producida por las células cancerígenas de la próstata, que en cantidades elevadas en sangre puede indicar la presencia de cáncer de próstata.

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