Consejos para convivir con una persona con depresión
La depresión como enfermedad no es una simple tristeza, es mucho más: desanimo permanente, falta de energía, falta de motivación, en algunos casos pensamientos suicidas, falta de apetito, problemas de sueño y falta de deseo sexual son algunos de sus síntomas más comunes y, entre sus causas, se podrían encontrar aspectos neurobiológicos que afectan el funcionamiento de los neurotransmisores del cerebro, predisposición familiar y factores externos como la pérdida de un familiar, trabajo, etc.
Según la Dra. María Elena Escuza, directora de la Carrera de Psicología en la Universidad Norbert Wiener, lo peor que podemos hacer por una persona que sufre de depresión es decirle cosas como: sobreponte, distráete, ya se te pasará. Además, muy contrario a las enfermedades físicas, donde se busca ayuda médica, en la depresión se suele postergar la búsqueda de un especialista, ya sea por creencias falsas o tabúes sobre las enfermedades mentales.
Asimismo, para la especialista, el rol de los allegados a una persona que padece depresión siempre debe ser de comprensión, de ayuda, no juzgar a la persona y apoyarla en la búsqueda de un tratamiento adecuado. La cercanía, la preocupación genuina y el amor pueden ayudar mucho a quien padece de depresión.
En ese sentido, y en el marco del Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, que se conmemora todos los 13 de enero, la Dra. María Elena Escuza da cinco consejos para las personas que conviven con una persona con depresión:
1. Mostrarse comprensivo y empático con quien padece de depresión.
2. No insistirle en que ponga de su parte, ya que esto solo creará un sentimiento de culpa.
3. Buscar ayuda profesional apenas se detecten los primeros signos de depresión.
4. Animar a la persona en el seguimiento de las recomendaciones dadas por su médico.
5. Tener paciencia y esperar que la persona mejore.
6. No forzar su recuperación, ya que esta suele tomar tiempo.
Por último, la especialista de la Universidad Wiener señaló que, la necesidad de vigilancia depende del caso. En casos graves, la persona puede hacerse daño o tomar la decisión de suicidarse, en cuyo caso sí es necesaria la supervisión, pero sobre todo la inmediata atención médica y psicológica. Hay otros casos menos severos, en los que la persona tiene síntomas, pero puede continuar con sus actividades y con su vida en general y, si ya está bajo tratamiento, ira mejorando.