Síndrome del impostor afecta al 70% de las personas
La fuerte carga estudiantil que viven los jóvenes universitarios al finalizar el año como los exámenes finales, exposiciones, entregas de trabajos, ensayos o tesis pueden desencadenar el síndrome del impostor, que de acuerdo con el estudio The Impostor Phonomenon, 7 de cada 10 personas sufren este síndrome al menos una vez en la vida, siendo más común entre las mujeres y los jóvenes de 18 a 34 años.
«El síndrome del impostor es la agobiante sensación de que no mereces tus logros ni tu éxito. Te convence de que no eres tan inteligente, creativo o talentoso como pareces. Y, sientes que tus logros se deben a la suerte, el buen momento o simplemente estar en el tiempo y lugar correcto. Viene acompañado del temor de que, algún día, serás exhibido como un engaño o fraude.
A menudo ataca memorables situaciones como: comenzar un nuevo trabajo, recibir un premio, un ascenso o nuevo cargo, empezar su propio negocio o convertirse por primera vez en padre, entre otros», resaltó Ariadna Silva, directora académica de postgrados de UNITEC.
Según la Universidad Tecnológica de México (UNITEC), los síntomas más comunes de este síndrome son la de incompetencia, ansiedad, agotamiento físico y emocional, autoexigencia, baja confianza, perfeccionismo, dudas, miedos, entre otros. Asimismo, se pueden definir cinco tipos de ‘impostores’:
El perfeccionista: Se enfoca en el cómo se hace algo, cómo se lleva a cabo el trabajo y cómo resulta. Un pequeño error es igual a fracaso.
El experto: Es la versión de conocimiento del perfeccionista y se basa en qué y cuánto sabes o puedes hacer. Debido a que espera saberlo todo, un minúsculo error de conocimiento significa fracaso y vergüenza.
El genio natural: Aquí también se preocupa por cómo y cuándo suceden los logros, pero la competencia se mide en base a agilidad y velocidad. Por ejemplo, el tiempo que te toma dominar un tema, una habilidad o que no puedas lograr algo en el primer intento equivale a un fracaso vergonzoso.
El solista: Se preocupa principalmente por quién completa la tarea. Al creer que tiene que hacerlo todo solo, necesitar ayuda, tutoría o entrenamiento es una señal de debilidad y fracaso.
El superhombre: Mide la competencia en función de cuántos roles puede hacer a la vez y hacerlos todos bien. Una simple falla como estudiante, hijo, amigo, padre, etc, es señal de decepción y fracaso.
Para finalizar, la vocera de UNITEC señala que no hay un plan de tratamiento fácil para el síndrome del impostor, pero es importante buscar ayuda porque muchas veces se arrastra desde la niñez y puede llegar a convertirse en algo más grave como una depresión, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), ansiedad generalizada, entre otros.